ACEVES NAVARRO REGRESA A LAS EXPOSICIONES.
Con 86 años, el artista ve en el nuevo coleccionismo mexicano una mayor apertura a los grandes públicos; inaugura exposición tras una década sin exhibir
DE NIÑO, GILBERTO ACEVES NAVARRO recorría algunas tardes el borde del Río Consulado para visitar a su abuelo. Entre la fascinación que le provocaba ver al viejo dibujando y la personalidad de su tío Raúl Navarro, pintor y líder del sindicato de trabajadores de la SEP, se le despertó el gusto por el arte. “Me volví contemporáneo inmediatamente”, cuenta. Su primer dibujo fue un obrero con el puño en alto. Desde entonces, pinta y dibuja todos los días incansablemente. Es uno de los mayores exponentes del expresionismo abstracto, integrante del movimiento de La Ruptura que en los años 50 se opuso a la Escuela Mexicana de Pintura. Aunque no ha dejado de producir, hace una década que no montaba una exposición. Los últimos seis meses trabajó en el proyecto Cabeza Olmeca: creo más de 300 piezas, de las que exhibirá una selección de 64, con la curaduría de su colega y amigo Arnaldo Coen, en el Seminario de Cultura Mexicana y en la Galería Lourdes Sosa. Dice que pinta tanto porque así aprendió; pasó del dibujo estático al trazo con movimiento. Practicaba durante años cada mañana y, hacia la noche, elegía uno de sus muchos apuntes para plasmarlo en el caballete.
A los 86 años, Aceves Navarro confía en que los artistas actuales hagan su propia revolución. “Como testigos de un tiempo convulso”.
¿Cómo se le reveló el tema de esta nueva serie?
Estaba pintando y me detuve un momento. Empecé a revisar el periódico y sentí algo debajo. Era el libro de Jacques Soustelle sobre los olmecas. En el momento, por curiosas asociaciones, más de mi espíritu que de otra cosa, me impactó profundamente y dejé de hacer lo que estaba