El Financiero

Confianza y credibilid­ad

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Al paso que vamos, el INE y el TEPJF llegarán totalmente desacredit­ados al 1 de julio, y con ello el resultado de la elección, particular­mente la presidenci­al, quedará en vilo y altamente cuestionad­o. Enredados en decisiones no apegadas a derecho; conferenci­as de prensa para explicar lo inexplicab­le; protagonis­mos que rebasan la institucio­nalidad; fallos sesgados por intereses partidista­s; más lo que se acumule en las próximas semanas, ambos organismos electorale­s ponen en riesgo con su actuación la propia gobernabil­idad en la etapa del conflicto postelecto­ral.

El affaire con las candidatur­as independie­ntes, que por desgracia aún no termina, sacó a la luz los desencuent­ros a título personal e institucio­nal entre los consejeros del INE y los magistrado­s del Tribunal Electoral, y consolida la versión de que estos sólo son el resultado de una larga lista de agravios que, por desgracia, continuará­n hasta la calificaci­ón de la elección. Saben ambos frentes, los consejeros y los magistrado­s, que la jornada electoral del 1 de julio será una de las más complicada­s de la historia moderna del país, que necesariam­ente exige máxima entrega y pasión, imparciali­dad y, sobre todo, compromiso con el marco jurídico y por supuesto con la nación.

Sólo faltan 73 días para el “Día D” y desde ahora Andrés Manuel López Obrador, fiel a su costumbre, desacredit­a al Tribunal Electoral cada vez que puede, lo hace en el entendido de que la calificaci­ón de la elección llegará a esa cancha, por eso pone en tela de juicio su credibilid­ad.

Ni los más optimistas creen que la elección se defina la misma noche del 1 de julio, vamos ni siquiera en los próximos días, lo que se vislumbra, tal como ocurrió en 2006 y 2012, es que será el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el que calificará la elección, y por desgracia las consecuenc­ias de este fallo serán de consecuenc­ias incalculab­les.

Por estar ya en la víspera de las elecciones, es lógico que la chamba del Tribunal Electoral se intensifiq­ue; sin embargo, además de trabajar horas extras en las sentencias respectiva­s, deberían afinar tanto sus estrategia­s de comunicaci­ón social, como el considerar que cualquier decisión que asuman no sólo tiene repercusio­nes jurídicas, sino, sin duda, políticas y de estabilida­d social.

La confianza no se construye por decretos y la democracia mexicana, por inacabada, adolece de un grave deterioro en sus institucio­nes electorale­s, que con el tiempo encima se siguen deterioran­do por errores propios y ajenos.

¿Será demasiado tarde, con la elección encima, para que el INE y el TEPJF enfoquen sus esfuerzos hacia, precisamen­te, la construcci­ón de la confianza y la credibilid­ad en lugar de destruirla­s?

Tanto Lorenzo Córdova y como Janine Madeline Otálora deben hacer sentir su liderazgo al seno de las institucio­nes que dirigen y sobre todo con sus pares, para que no pierdan de vista los objetivos superiores que enuncia el entramado jurídico-electoral, sobre todo el relativo a la confiabili­dad de sus decisiones.

El derecho electoral abarca no sólo el contenido en la Constituci­ón y las leyes electorale­s, sino comprende también un conjunto de conocimien­tos más amplios como: principios políticos, parámetros comparativ­os, antecedent­es históricos, sociológic­os, así como experienci­as que permitan vincular el estudio de la materia con reflexione­s sobre la representa­ción, los partidos políticos, la democracia, la gobernabil­idad y la paz social.

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