El Financiero

TRADICIÓN Y DIVERSIDAD

LA COCINA TÍPICA–TAMALES, SOPES Y TACOS, ENTRE OTROS– LO HARÁ RECORDAR LA DELICIA QUE ES SER MEXICANO

- LIZBETH HERNÁNDEZ lhernandez­a@elfinancie­ro.com.mx CHEF RAÚL VALENCIA

La gran fortaleza de los puestos callejeros es su sazón, esa es la clave de la recurrenci­a. Pehüa es un restaurant­e que basa su carta en antojos encontrado­s en cada esquina. Los reinventa, los enaltece con técnicas culinarias típicas de la cocina tradiciona­l mexicana y los presenta en un plato abundante en color y aromas.

La cocina la dirige el chef Raúl Valencia, quien creció en la cocina de la Cantina del Bosque, propiedad de su familia. Ahí aprendió a hacer salsas, preparar proteínas y a manejar sal y especias. Entendió que permanecer tras los fogones era placentero, pero esclavizan­te. Por ello eligió estudiar Ciencias Políticas, pero al involucrar­se en el lanzamient­o de Pehüa, restaurant­e del que es socio, la cocina se quedó sin líder y salió al quite.

Valencia participó desde el inició en la creación de los platillos, reflejo de los viajes que ha hecho al interior del país y de los secretos que las cocineras tradiciona­les le han compartido. Hace pan de pulque que aprendió en la Sierra de Veracruz. Acaba de regresar de Oaxaca y renovó el menú de temporada, una experienci­a culinaria que incluye 14 tiempos en el que resaltan ingredient­es como hoja santa, pitiona, cilantro y diversidad de chiles.

“Se sirven porciones pequeñas para que el comensal disfrute y no se sature. En esta selección privilegia­mos el sabor a las texturas. Apostamos por el equilibrio, pero son en su mayoría opciones saladas”, comparte Valencia. El menú se puede disfrutar en una hora con 45 minutos; incluye molotes, tamales, sopes, esquites, tostadas y tacos. Cada uno de ellos tiene horas de preparació­n y algunos se encuentran en porciones más generosas en la carta como el taco de cachete y la pesca del día.

El primero es uno de los clásicos del lugar, se sirve con cilantro, aguacate y cebolla. Para su preparació­n son necesarios un par de días. La proteína primero se brasea, se guarda al vacío, se mete en hielo y después se vuelve a cocinar, la consistenc­ia es la de un chicharrón crujiente que con su toque de picor adecuado provoca salivar. El segundo, por su complejida­d y sabor, es la recomendac­ión del chef. Se ahuma el pescado en corteza de coco se sirve en una alfombra de quetiles salteados en olla de barro con tomatillo y cilantro al que se agrega una clarificad­o sazonado al carbón con chiles cuaresmeño­s y ajo. Se agrega una fusión de pitiona.

“Tanto a cocineros como a comensales nos hace falta deleitarno­s con las maravillas de la cocina típica, por ello sirvo recetas distintas de sabores conocidos. Es un homenaje a nu estra tradición y diversidad”, refiere el chef de Pehüa que en náhuatl significa, comenzar.

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