El arte es un largo recorrido
En el patio de entrada del espacio de la galería Proyectos Monclova descansa una bifurcación de cemento con pisadas que nos arrastran dentro de una sala en la primera planta donde cuelgan sobre la pared fotos en blanco y negro de un hombre caminando, recogiendo basura por la 5ª Avenida de Nueva York. A lo largo del pasillo que nos lleva a la sala principal hay más fotos de viajes, de un hombre con una maleta en la calle, de la puerta de un edificio con una leyenda escrita en holandés, la imagen de un grupo de amigos caminando en el campo, de un hombre que se entierra caminando sobre una montaña de arena, de un hombre tirado en el piso de un bosque que quiere con su cuerpo completar aquél de un árbol cercenado, el de una pierna tatuada con nombres y años de los distintos lugares en los que ha vivido.
Así empieza la hermosa exhibición De métrico a imperial, del artista esloveno Ištvan Išt Huzjan (Ljubljana, 1981). De la documentación de sus andanzas, el artista orquesta en la galería principal una colección de esculturas hechas a partir de objetos encontrados, de ideas ocurridas, de ideas recibidas. Hay esculturas hechas con platos, un marco dibujado con un par de agujetas, llantas de bicicleta dispuestas sobre un marco, esculturas de piedras con una olla, la que rompió y pertenecía a la madre de su amigo. En el medio, una isla blanca levantada en un pequeño pedestal (las alturas de los diferentes pedestales están construidos en relación al cuerpo del artista), sobre el cual están dispuestos varios objetos: una escultura hecha con bancos en equilibrio, una jaula de pájaros transformada, un escurridor de platos de distintos tamaños, entre otros. La sencillez de estas instalaciones nos remite al trabajo de otros artistas como Piero Manzoni o Marcel Broodthaers, que cuestionan al mismo tiempo la naturaleza de la creación artística y se enfocan en la manipulación el espacio de exposición como un laboratorio abierto al público. Son objetos encontrados, experimentos poéticos que hacen referencia a distintas vanguardias pero que también ofrecen un testimonio privado de la experiencia como artista itinerante, que proviene de un país roto, extraño. Esculturas que son coincidencias donde se reúnen el azar, imágenes y significados, una especie de nostalgia centroeuropea, silenciosa, contemplativa y al tiempo activa.
Pisadas, agujetas, ruedas de bicicletas, sillas que no sirven para descansar, evocan el movimiento, el desarraigo, la tristeza de partir. Esta distancia varía; el mundo tiene diferentes extensiones, microcircuitos que abarcan desde los aeropuertos, hasta la deriva más acallada de no tener tiempo, de no sentir nada. La inmediatez ha trastocado la geografía y nuestra condición humana que transcurre en pleno exilio de nosotros mismos.