QUÉ CAMBIÓ EN CUBA Y QUÉ NO CON RAÚL CASTRO
LA HABANA.- El último día de julio de 2006 el noticiero estelar rompió con su habitual monotonía. Carlos Valenciaga, jefe de despacho de Fidel Castro, anunció a Cuba y al mundo que cedía el poder provisionalmente. Raúl Castro, su hermano menor, tomó las riendas de la Isla.
Desde su llegada al poder, el general se mostró pragmático y prometió acabar con las “prohibiciones absurdas”. En marzo de 2008 permitió a los cubanos hospedarse en los hoteles. Ese mismo año se eliminaron las limitaciones para que los nacionales pudieran contratar una línea de teléfono móvil, comprar computadoras y reproductores de DVD.
En 2008 su gobierno autorizó la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo a campesinos y cooperativas. Tras una década, los resultados han sido mediocres debido a la falta de insumos y a los excesivos controles para comercializar las cosechas.
En 2010 Castro dio un impulso al trabajo por cuenta propia y amplió la lista de ocupaciones permitidas fuera del sector estatal. Sin embargo, grandes sectores de la economía siguen reservados al Estado. Hasta 2009 sólo una pequeña fracción de la población, además de los turistas tenía el privilegio de navegar en internet en la Isla.
EL SUSTITUTO.
La Casa Blanca aseguró hoy que no cambiará su política de restricción del comercio con Cuba bajo el sucesor de Raúl Castro, y expresó escepticismo sobre cualquier cambio en la isla una vez que el actual presidente cubano abandone el poder. “Estados Unidos no tiene ninguna expectativa de que el pueblo cubano verá mayores libertades bajo el sucesor elegido a dedo por Castro”, dijo un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. “Seguiremos mostrando solidaridad con el pueblo cubano en su petición de libertad y prosperidad. Por tanto, no se espera que cambie nuestra política de dirigir fondos hacia el pueblo cubano y alejarlos de los servicios militares, de seguridad y de inteligencia de Cuba”, añadió el portavoz.
El presidente, Donald Trump, expresó el año pasado su apoyo al embargo comercial a Cuba y anunció varias medidas que, en la práctica, han congelado el proceso de normalización de relaciones con la isla iniciado por el expresidente Barack Obama.
La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, aseguró, por su parte, que no es “optimista” sobre el rumbo que tomará la isla bajo el sucesor de Castro, porque esa transición “no es democrática”. “Eso nos preocupa mucho. Nos gustaría que los ciudadanos puedan tener algo que decir sobre sus resultados políticos, y este proceso (en el Parlamento de Cuba) no parece que les deje tenerlo”, dijo Nauert en una conferencia de prensa.
Las relaciones entre Washington y La Habana se han debilitado aún más por los supuestos “ataques sónicos” contra diplomáticos estadounidenses en La Habana, que llevaron al gobierno de Trump a dejar bajo mínimos su embajada en la isla y expulsar a 17 funcionarios cubanos de EU pese a las dudas sobre lo ocurrido.