El Financiero

SALVADOR CAMARENA

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Andrés Manuel López Obrador fue pasado por la parrilla. Como puntero clásico, anoche en el debate presidenci­al recibió la mayor cantidad de cuestionam­ientos y críticas. Las encuestas dirán la última palabra sobre el daño que los candidatos y la candidata pudieron haber causado a la ventaja con la que llegó el de Morena a la cita en el Palacio de Minería.

En el tema de la propuesta de amnistía a delincuent­es fue donde más se le cuestionó. El candidato del PRI, José Antonio Meade, dijo, entre otras cosas, que esa amnistía pone a López Obrador del lado de las mafias, “al servicio de los narcotrafi­cantes” y más: “En tu ambición de poder, y en tu miedo de perder, te has convertido títere de los criminales”.

Ricardo Anaya planteó que la amnistía sería “una locura que generaría enorme violencia en el país”, y retó a que López Obrador contestara si amnistía quiere decir “perdonar a los criminales, sí o no”. Y por el mismo lado fueron Margarita Zavala y El Trampas, perdón, El Bronco, Jaime Rodríguez.

López Obrador contestó que de lo que se trata es que, a partir de su eventual triunfo, se elaborará con expertos un plan, donde estaría invitado hasta el Papa Francisco, y que en ese plan “no se descarta ninguna alternativ­a”. Agregó que amnistía no significa impunidad.

En términos generales, López Obrador hizo un mal debate. Su lenguaje no verbal lo delató: iba del gesto adusto a la franca mueca de disgusto. Y cuando de repente se quedó sin argumentos o ganas de contestar, de plano sacó la gráfica de la última encuesta de Reforma, un recurso de bully. Pero que López Obrador haya hecho un mal debate no debería sorprender a nadie. El verdadero problema es que Anaya y Meade repitieron el guion que los tiene en lejanos segundo y tercer lugar: se despedazar­on al grito de eres corrupto, no, tú más.

En ese sentido, López Obrador habría ganado el debate. Porque era el que más arriesgaba la noche de este domingo, y no sólo no se resbaló o cometió errores graves, sino que ninguno de los otros dos candidatos importante­s saldrá mejor de lo que entró al debate.

“Anaya y Meade repitieron el guion que los tiene en lejanos segundo y tercer lugar”

Meade se llevó un siete de siete de casos de corrupción bien acomodado por Anaya, y este fue atacado –una y otra vez– por su nave industrial. Qué puede pasar tras lo visto ayer.

–El llamado Jefe Diego debe haber dormido, o más bien pasado la noche sin dormir, aporreando la puerta de Los Pinos para resucitar al PRIAN, seguro mandó pedir todos los desfibrila­dores del país para mantener con vida alguna de las candidatur­as moribundas de Anaya y Meade. –Pánico de los empresario­s. A quien diga que los dueños del dinero están resignados a que la democracia nos trajo la posibilida­d de que gane AMLO y que ni modo, así es la democracia, le haría bien tener los ojos y los oídos bien abiertos en los días por venir. Por distintas vías, la IP hará sentir que ha llegado el momento de enviar mensajes claros en contra de yasabenqui­én. –Soberbia. A ver si López Obrador no se cree eso de la ventaja.

–Margarita y El Trampas,y dale, perdón, El Bronco, en una de esas subirán unos puntos. A esperar las encuestas, pero ¿dónde está el retador de AMLO? Ayer no parece haberse definido.

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