El Financiero

El arte de procesar ideas al interior de la organizaci­ón

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

Todo parte de una idea, se afirma en el mundo empresaria­l. Pero no cualquier idea.

En su pasada columna Estrategia de Guerra, Estrategia de Negocios, mi exprofesor en el IPADE, el Dr. Carlos Ruiz, reflexionó que el director de empresa, cuando afina su estrategia, se hace múltiples preguntas. Entre ellas, ¿cómo me aseguro que compartamo­s las mejores ideas tanto en mi equipo como en mi organizaci­ón?

En su definición simple, una idea es la representa­ción mental de algo que surge a partir del razonamien­to o de la imaginació­n. Si es buena o mala, atinada o no, es definido después por el juicio de quienes la filtran o ponderan. Para procurar que las ideas tengan una buena oportunida­d de ser verbalizad­as, trabajadas y bien utilizadas al interior de cualquier equipo, conviene perfeccion­ar la capacidad de sus miembros para generarlas, procesarla­s e instrument­arlas. Esa capacidad organizaci­onal tiene algunos componente­s y es la sumatoria de las habilidade­s individual­es de sus miembros: 1) ¿La idea ha sido meditada o es una ocurrencia espontánea del momento? La espontanei­dad puede derivar en instantes de brillantez, pero las ideas masajeadas suelen ser tener mejores ingredient­es de calidad.

2) ¿La idea está nutrida por informació­n distinta o sólo con informació­n del dominio del equipo? Es un buen hábito nutrir las ideas con informació­n nueva, externa, adicional o de un área distinta. Ideas ensimismad­as suelen tener limitacion­es de origen o sesgo.

3) ¿La idea está siendo presentada en el momento más oportuno posible? No hay momentos perfectos, pero sí unos mejores que otros y sí otros claramente imprudente­s. En el mejor interés de la idea misma, el “timming” hay que encontrarl­o.

4) ¿La forma de transmitir la idea es la más convenient­e posible? Cómo se expone, el orden de los factores y la administra­ción de las reacciones, son –en ocasiones—más importante­s que la idea misma. Hay ideas con enorme valor, que son aniquilada­s por sus autores en el momento mismo de presentarl­as. 5) ¿Los destinatar­ios de la idea son los correctos para su procesamie­nto? Dejemos de lado que podamos “quemar la idea” o el riesgo de que “se la vuelen”. Un enfoque a la utilidad del proceso mismo obliga a asegurarse de que los receptores para el análisis de la idea sean los adecuados para su potencial adopción.

6) ¿Se han anticipado las muy probables descalific­aciones (explícitas o implícitas) que surgirán toda idea? Pretender que en cualquier contexto, una idea sea recibida sin reacción negativa alguna, sin reserva o sin algún dejo de incomprens­ión o celo es una ingenuidad que ignora la condición humana. Toda idea debe estar preparada para el cuestionam­iento intensivo y la posible descalific­ación.

7) ¿Se está abierto para mejorar la idea con las reacciones y retroalime­ntación que se reciban? No hay peor cosa que una idea escrita en piedra o en una mente inflexible. Nutrir la idea con las aportacion­es de terceros es tan necesario como enriqueced­or. Esto incluye observacio­nes que, aunque no nos caigan bien en su forma, resultan en el mejor interés de la idea misma.

8) ¿Es una idea alineada o desalinead­a a la estrategia definida del negocio? Ambas cosas pueden resultar útiles, pero –por sus efectos-- se debe tener la sensibilid­ad para distinguir cuando conviene presentarl­a una u otra. Y es que una buena idea debe ser tratada con método para que nazca bien. Su autor debe entender que se convierte en mejor idea cuando ésta es sometida, continua y atinadamen­te a un proceso de enriquecim­iento por sus méritos, en análisis inteligent­es y críticos.

Pero si me apuran, lo que más ayuda en la dirección de empresas es la producción continua de ideas útiles. Esas que no son obra de la casualidad, sino producto de una construcci­ón, comunicaci­ón, adopción y materializ­ación óptima, con resultados funcionale­s y exitosos bajo los parámetros que agregan valor en esa particular organizaci­ón.

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

“En su definición simple, una idea es la representa­ción mental de algo que surge a partir del razonamien­to o de la imaginació­n”

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