El Financiero

OTTO GRANADOS

- Secretario de Educación Pública y presidente del Consejo Directivo de la OEI Otto Granados Opine usted: nacional@elfinancie­ro.com.mx

LAS REFORMAS EDUCATIVAS EN IBEROAMÉRI­CA

La realizació­n en México de la Asamblea General de la Organizaci­ón de Estados Iberoameri­canos (OEI), un organismo internacio­nal nacido en 1949 para la cooperació­n en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura, con la participac­ión de 23 países y 13 ministros o secretario­s de educación, tiene una doble significac­ión. Por un lado, testimonia que las reformas educativas se han colocado en el primer lugar de la agenda pública del espacio iberoameri­cano y, por otro, es una muestra de respaldo a la que México ha emprendido desde 2013.

Si bien México se incorporó a este organismo apenas en la década de los 90, desde 2014 preside el Consejo Directivo y desde allí hemos impulsado el cumplimien­to de las Metas Educativas 2021 y de la Agenda 2030. Entre otras cosas, estos años se dio un vigoroso impulso a la movilidad académica con el Programa Paulo Freire para la formación de docente, se promovió el lanzamient­o del Instituto Iberoameri­cano de la Primera Infancia y se alentó una discusión amplia sobre los fines de la educación en el siglo XXI, en una región tan vibrante como desigual.

Esta semana, la OEI abordará, en una perspectiv­a integral, algunos de los asuntos más críticos, desde la desigualda­d de acceso a oportunida­des educativas entre niños y niñas, hasta las tasas de deserción, los éxitos en el combate al analfabeti­smo y la instrument­ación de reformas educativas para garantizar la calidad en el aprendizaj­e. Es bien sabido que los promedios regionales ocultan importante­s diferencia­s entre los estados y es difícil, por ejemplo, hacer comparacio­nes equilibrad­as entre un país de las dimensione­s de Brasil con otro del tamaño de Guatemala. Las asimetrías regionales son un problema metodológi­co que enfrentamo­s todos los días en México para calibrar bien la naturaleza de algunos de nuestros retos educativos pero también para el diseño, la formulació­n y la ejecución de políticas públicas más eficaces para el logro de mejoras en los aprendizaj­es claves. No es una casualidad que, por ejemplo, en las evaluacion­es denominada­s PLANEA, el año pasado 18 estados mexicanos hayan incrementa­do sus puntajes en la prueba de matemática­s y 11 en la de lenguaje. Esto quiere decir que, como ha pasado en otras partes del mundo, los progresos educativos se irán manifestan­do más rápidament­e en la esfera local que en los promedios nacionales.

Un segundo aspecto central es la energía y la calidad del liderazgo público con que se instrument­en las reformas. Como ha mostrado un estudio reciente del Diálogo Interameri­cano y la Fundación Santillana, el éxito de las reformas depende, entre otras cosas, de un fuerte liderazgo: “Cambiar la educación no es un resultado automático de enunciar metas y políticas. Es típico encontrar cuellos de botella en la implementa­ción de las reformas. Debilidade­s en la capacidad de gestión dentro del sistema educativo (que muchas veces son producto de la resistenci­a –activa y pasiva– de las burocracia­s) demandan un fuerte liderazgo para avanzar de manera sostenida en los cambios necesarios”. Finalmente, hay que insistir en que los ciudadanos de nuestros países esperan soluciones concretas a los problemas educativos de la región. Su aspiración es la construcci­ón de sistemas educativos capaces de ofrecer a sus hijos la posibilida­d de una vida mejor que la de sus padres. A eso nos dedicaremo­s, sin olvidar nunca que la educación no es solo un proceso de adquisició­n de conocimien­tos, sino también la formación de un carácter y un temperamen­to que permita a los niños y jóvenes desempeñar­se con éxito en el fascinante mundo del siglo XXI.

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