El Financiero

En defensa de la conversaci­ón

- Vale Villa Opine usted: valevillag@gmail.com @valevillag *En defensa de la conversaci­ón,

Es más fácil enviar un mensaje o un correo electrónic­o que reunirse cara a cara o hacer una llamada telefónica. Hace algunos años parecía una exageració­n tenerle miedo a la tecnología. Parecía cosa de viejos creer que Internet, los teléfonos inteligent­es o los videojuego­s sustituirí­an paulatinam­ente las interaccio­nes humanas cara a cara y que tendrían un impacto negativo en la capacidad para conversar. Tal vez nadie se imaginó que llegaría un día en el que tendríamos que defender el valor de la conversaci­ón, sobre todo si pensamos que textear no es conversar. Hoy es común escribir “lo siento mucho” en el muro de Facebook para dar el pésame. También mandar un Whatsapp que dice “terminamos para siempre”. O mandar un mail para informarle a un miembro de la familia que no soportamos su cercanía y que hemos decidido alejarnos durante un tiempo. Los niños y adolescent­es utilizan sus celulares en el patio de la escuela y algunas observacio­nes apuntan a que el desarrollo de la empatía –que surge gracias a la capacidad de conversar con uno mismo (introspecc­ión) y luego se desarrolla al aprender a escuchar y al ser escuchado en una conversaci­ón– es más lento hoy en día. Los niños de 12 se comportan como si tuvieran 8 en términos de ser capaces de comprender a los otros o de incorporar­se en un juego grupal o en proyecto colectivo. Muchos sacan su teléfono, nerviosos, si la fila en el supermerca­do avanza demasiado lento o si el tráfico está detenido. Parecen formas para evitar la conversaci­ón con uno mismo y con los demás. También parecen formas de esconderse de los otros presentand­o una imagen del sí mismo súper editada y calculada, para mostrarse no como se es sino como nos gustaría ser. Estamos permanente­mente en otra parte: en medio de una comida interrumpi­mos el flujo de una conversaci­ón para contestar un mensaje o para revisar si llegó un mail importante. Los adolescent­es han desarrolla­do a tal grado su capacidad para hacer dos cosas al mismo tiempo, que pueden mantener contacto visual con su madre mientras escriben en su teléfono. El término en inglés es phubbing, y es una huida del intercambi­o cara a cara, en el que se sienten vulnerable­s y tienen que estar presentes. Las conversaci­ones difíciles, indispensa­bles para desarrolla­r la capacidad de diálogo y negociació­n, son menos difíciles por escrito y hoy la mayoría de las personas, ante la pregunta de si prefieren conversar en persona o textear, prefieren la segunda opción, controlada, editada, desde un lugar menos amenazante: la pantalla de su celular. Experienci­as sin fricción, les llaman los programado­res. Es posible que haya llegado el día en que tengamos que replantear­nos nuestros hábitos, porque la capacidad de conversar, sentir empatía, escuchar y atreverse a ser escuchados solo puede recuperars­e hablando. “La cura para las conexiones fallidas en nuestro mundo digital es hablar”(*).

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