Golpe de timón(2)
El pasado viernes en este espacio dijimos que era necesario un golpe de timón de José Antonio Meade para reimpulsar su campaña rumbo a la victoria, y por ello era necesario hacer cambios al interior de su equipo y en el PRI. Ya empezaron, con el relevo tardío de Enrique Ochoa se intenta recuperar la confianza en los militantes del PRI que fueron sobajados y maltratados por un dirigente que nunca se vio cómodo en una posición que le fue totalmente ajena.
Los priistas del país están ofendidos por una dirigencia nacional que no sólo no los consideró en candidaturas, sino que les cerró la puerta de su casa. Ahora, con René Juárez, se voltea hacia ese voto duro que si bien es cierto que no alcanza para asegurar la victoria electoral, también es una realidad que esa base es fundamental para tener un piso seguro para conquistar el voto útil.
Empero, hay que decirlo, la marca PRI es la más aborrecida por grandes sectores de la población que se sienten agraviados, y por ello claman por un cambio y por desgracia voltean a ver al candidato antisistema por antonomasia
El menos culpable de ese rechazo generalizado es José Antonio que, sin embargo, asumió el mayor reto de su vida, en donde puso su prestigio y capital político en riesgo.
No creo que un René Juárez, priista por convicción, pueda enderezar el barco del Revolucionario Institucional que hace agua por militantes corruptos y por cacicazgos regionales, y menos en 56 días que restan para la cita con las urnas. Vienen más cambios enfocados al seno del equipo del candidato tricolor, particularmente en aquellos que fueron impuestos desde Los Pinos y desde la Cancillería. Estos personajes, lejos de ayudar a la causa, han representado una carga por su ineficiencia para operar al ritmo que impone una campaña en donde se rema a contracorriente.
Esa gente que no es de Meade, saldrán en los próximos días. De hecho, varios de ellos ya sufren el frío que causa la ley del hielo. El siguiente paso es la metamorfosis de un candidato que no enciende las pasiones ni las emociones. Un candidato estructurado como un tecnócrata, debe dejar esas ataduras y permitir que emerja su verdadera personalidad para conectar con ese electorado que reconoce su preparación y experiencia. Nadie tiene los blasones de Meade, sin embargo, nadie tiene los grilletes que le impiden caminar, ya no digamos correr, tras el primer lugar.
Hay políticos que creen que son dueños de la verdad absoluta y que no resisten la crítica ni los consejos de los amigos ni colaboradores. Sabemos que José Antonio Meade ha rechazado a expertos de reconocido prestigio en media training y preparación en debates, tal vez porque estos no se tientan el corazón para corregir errores y actitudes recurrentes en un discurso verbal y lenguaje corporal, en el que suele caer el abanderado de la coalición Todos por México, que aglutina al PRI, Partido Verde y Nueva Alianza.
No sólo se requiere cambios de colaboradores y dirigentes partidistas, estrategia y contenidos, se necesitan ajustes en la persona de quien representa la esperanza de millones de mexicanos.
“La marca PRI es la más aborrecida por grandes sectores de la población que se sienten agraviados”