Así empezaron los debates televisados entre candidatos
Por estos días, quizá como nunca antes, se observa gran efervescencia política con motivo de las elecciones. En apariencia se ha superado la apatía del mexicano respecto de las elecciones. Grande era ese desinterés al inicio de los 60. En particular en las intermedias de 1961. Un año antes, en 1960, la opinión pública había vibrado con los debates entre Nixon y Kennedy. Aunque diferidos, en México se transmitieron. Ni en sueños se alcanzaba a ver que pronto pudiéramos ser testigos de algo parecido.
Tal posibilidad se presentó mucho antes de lo imaginado. Ocurrió en la mencionada campaña de 1961. El canal 6 de Monterrey invitó a los candidatos del PRI y del PAN de los cinco distritos de NL a debatir. El primero se programó para el 26 de mayo. No se llegó muy lejos. El candidato priista de ese primer distrito jamás apareció. Pero sí el del PAN, Lic. Francisco Calvi, quien empezó a responder los cuestionamientos que le formularon. Los televidentes pudieron ver vacío el atril con el logo del PRI. Fue el símbolo de lo que sucedería durante décadas cuando se convocaba al PRI a debatir. Aquella experiencia sólo duró seis minutos, porque la televisora –sin duda presionada– suspendió la transmisión. En esa misma campaña, los candidatos panistas del DF invitaron a sus contrincantes priistas a debatir. Y estos sistemáticamente rehuyeron, hasta que autorizaron a uno a aceptar el desafío. Se trató de un tipo conocido por su arrogancia y los aires que se daba de culterano y sabiondo, de apellido Vargas McDonald. Resultó que el contrincante panista era un modesto trabajador de nombre Tomás Carmona. Obrero, líder de un sindicato independiente, con sólida preparación básicamente autodidacta. El debate se transmitió el martes 27 de junio, por el canal 2, en el programa llamado “Mesa de Celebridades”, que conducía Agustín Barrios Gómez.
Si el priismo pensó que al enfrentar a su seudointelectual con un simple obrero llevaba todas las de ganar, se equivocó. El panista Carmona, ya fallecido, no sólo hizo un papel muy decoroso en ese histórico debate, sino que rápidamente le bajó los humos al insoportable McDonald. Así empezaron los debates políticos entre candidatos, hoy tan en boga.