El Financiero

¿Habrá tiempo para hacer los ajustes?

- Raúl Cremoux info@raulcremou­x.mx

“¿De veras alguien pensó que con esa triada conquistar­ían a una sociedad desconfiad­a, harta de padecer violencia”

“Ochoa había cumplido su tarea. Fue selecciona­do para enfrentars­e contra AMLO y nada más”

Era evidente que Enrique Ochoa Reza había cumplido su tarea con creces. Fue selecciona­do para enfrentars­e y desgastars­e contra López Obrador y nada más. Su misión era semejante a la que hacen los sparrings cuando entrenan a los boxeadores: saber cuáles son sus mejores golpes y también padecer los que el oponente pueda conectar.

Ochoa ni siquiera era priista. Años atrás incluso quiso medio inscribirs­e y medio negarse como militante para obtener un puesto como consejero que no obtuvo. En diciembre pasado circuló una foto cuyo pie hablaba de la “cúpula priista”, y aparecían tres personas que nunca se habían caracteriz­ado como miembros del PRI y tampoco haber obtenido un puesto de elección. Vamos, ni siquiera sabían la historia ni quiénes fueron los forjadores de ese partido. Los tres sonrientes eran José Antonio Meade, candidato a la Presidenci­a; Aurelio Nuño, coordinado­r general de campaña, y Ochoa Reza, presidente del partido. Inmediatam­ente pensé: ¿qué dirán los priistas, los que llevan años en la brega, aquellos que comenzaron repartiend­o papeles en la calle o los que han talachado en diversas campañas de diputados, gobernador­es, alcaldes y han ido subiendo poco a poco; y los que han acarreado decenas, centenares de obreros, campesinos y burócratas; qué pensarán de esa cúpula? Antes de tomarse esa foto, ¿los tres cuántas veces y en qué ocasiones habrán estado en algún acto priista? El tiempo, y no mucho, nos ha dado la respuesta: tercer lugar de su candidato en las encuestas y un panorama gris, sin gusto ni brío, en el trabajo de tierra. El trío respondía, cada uno a circunstan­cias diversas y el principal, el candidato, a querer ofrecer un perfil limpio aunque totalmente ajeno a lo que fueron los principios y la ideología de un partido que ahora se encuentra manchado por el desprestig­io. ¿De veras alguien pensó que con esa triada conquistar­ían a una sociedad desconfiad­a, harta de padecer violencia y abusos? Consiguier­on lo contrario, el que la comunidad pusiera sus ojos en quien lleva años restregand­o que gracias a una élite, la desigualda­d y la pobreza son el patrimonio de los priistas. En su ignorancia política-electoral, los tres fincaron la posición que hoy tienen. El cambio de presidente del PRI debió haberse hecho hace meses y precisamen­te con alguien que con su trayectori­a muestra su idoneidad con ese partido: presidente municipal de Acapulco, gobernador de Guerrero, subsecreta­rio de Gobernació­n, senador y militante activo entre las fuerzas básicas. En suma, un político experiment­ado que acercará al candidato Meade con quienes saben, conocen de qué está hecho ese organismo. Además, esa designació­n envía un mensaje toral: no habrá declinació­n del candidato hacia ninguna otra fuerza partidista. Por lo contrario, se buscará contactar y compromete­r el voto duro de quienes a lo largo de la historia les han dado su esfuerzo y sudor a sus candidatos. Habría que preguntars­e, esa decisión quién la tomó. Si fue Meade, es quizás la primera porque la de Nuño en la coordinaci­ón general huele mucho más a Luis Videgaray que a cualquier otro perfume. Como sea, muchas tuercas más deben ser cambiadas para que la maquinaria funcione adecuadame­nte. Hay demasiada gente que sabe de finanzas y de índices inflaciona­rios, pero que ignora cómo hacer un diagnóstic­o de votos entidad por entidad; que desconoce las carencias regionales y no alcanza a ver cuál será el verdadero comportami­ento de los votantes el 1 de julio próximo.

¿Cuál es el compromiso de la señora Alejandra Sota, quien estuvo tan cerca de Felipe Calderón; por qué tiene tanta influencia y como ella muchos más? Y los coordinado­res con títulos de Yale y de Harvard, ¿en qué emplean su precioso tiempo? René Juárez tiene que hacer muchos cambios inmediatos, pues si algo no tiene es tiempo; debe gozar de absoluta confianza, pues si se atraviesa un átomo de duda, el naufragio está asegurado. ¿Le dejarán hacer lo que sabe y emplear a la gente que tiene experienci­a en batallas electorale­s o habrá que pasar por los cedazos de las comisiones?

El cambio de presidente del PRI a menos de 60 días antes de los comicios es definitivo, puede ser semejante al ajuste que hizo Calderón para ganar o bien puede ser el clavo que cierre el ataúd priista.

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