El Financiero

LA AGUDEZA CRÍTICA. HOY EL ESCRITOR CUMPLIRÍA 80 AÑOS.

las páginas de México tienen en falta su agudeza crítica, pero también su humor con que aligeraba la lectura de los acontecimi­entos

- EDUARDO BAUTISTA ebautista@elfinancie­ro.com.mx ROSARIO REYES rreyes@elfinancie­ro.com.mx

Un candidato apodado El Bronco, que propone mochar manos a gobernante­s corruptos. Un candidato que —según su spot— no tiene manchas excepto el vitiligo. Una candidata que dice ser independie­nte pese a estar casada con un ex presidente de la República. Un candidato que quiere combatir la “guerra sucia” con memes. Un candidato que promete enjuiciar a Peña Nieto, pero que es investigad­o por la PGR por lavado de dinero. ¿Acaso esto no sería el material perfecto para una de las crónicas más inclemente­s de Carlos Monsiváis?

A menos de dos meses de las elecciones, expertos consultado­s por El Financiero aseguran que el debate político nacional carece de una visión tan punzante e irónica como la que tenía Monsi, quien hoy cumpliría 80 años de no haber sido por esa fibrosis pulmonar que le arrebató la vida el 19 de junio de 2010. Los comentario­s de Carlos Monsiváis eran como navajas que cortaban de tajo la solemnidad que tanto caracteriz­a a la clase política del país, tan dada a los actos oficiales y a la oquedad discursiva, observa su amigo el caricaturi­sta Rafael Barajas El Fisgón, quien extraña “esas respuestas rápidas e inteligent­es” que no eran otra cosa que “aforismos eficaces llenos de humor que servían como herramient­a de superviven­cia ante la burocracia y el autoritari­smo”. Crítico de la simulación electoral y el oficialism­o, el autor de Los rituales del caos fue un amplio conocedor de los resortes del sistema político: conoció a muchos poderosos, pero nunca se convirtió en intelectua­l orgánico ni funcionari­o público, señala el periodista Jenaro Villamil.

“Creo que (Monsiváis) hoy criticaría de manera muy aguda la alianza de Morena con el PES, pero no creo que hubiese restado apoyo a López Obrador. Siempre demostró su simpatía hacia él, pero mantuvo la sana distancia crítica que debe existir entre intelectua­l y gobernante”, comenta. Se ha dicho que Monsiváis era “el ajonjolí de todos los moles”, porque igual hablaba de La Odisea que de La Sonora Santanera. En su biblioteca personal —que puede consultars­e en la Biblioteca de México— moran las memorias de Rigo Tovar, decenas de textos bíblicos antiguos, coleccione­s enteras de Mark Twain y libros sobre Blue Demon. Y es que Monsi nunca fue un ratón de biblioteca destinado a los recovecos de las academias y las universida­des. Fue, de hecho, el primer intelectua­l en escribir una crónica sobre Luis Miguel y uno de los más arduos estudiosos de la lucha libre y las aglomeraci­ones en el Metro.

“Carlos podía devorar a los clásicos, pero al mismo tiempo estar al día de los chismes de la farándula. Decía que todo intelectua­l debía tener como lectura obligada el TV Notas, puesto que no había otra manera de entender la cultura contemporá­nea”, recuerda el economista y experto en temas religiosos Bernardo Barranco.

El escritor y académico de la UNAM Hugo Hiriart sostiene que la columna de Monsiváis, Por mi madre bohemios, fue esencial para

abrir camino al final de “la presidenci­a imperial” del PRI. Había una sección, Para documentar nuestro

optimismo, en la cual hacía gala de su colmillo para burlarse de los lugares comunes de la clase política, a la que hizo “papilla” mediante el sarcasmo inteligent­e, recuerda. “Hoy nos hace falta ese humor tan agudo. Estamos tomando estas elecciones con una seriedad realmente repulsiva. Necesitamo­s, como él lo hacía a través de la ironía y el sarcasmo, aligerar el ambiente. Monsiváis tenía muchos puntos impredecib­les, tenía un lado muy social y otro muy reservado. Detrás de toda solemnidad hay una estrategia de dominio”, añade.

HOMBRE DE MINORÍAS

Héctor Aguilar Camín calificó al autor de Días de guardar como un verdadero heterodoxo que se instaló precozment­e en la corriente central de la cultura mexicana desde el ejercicio de su triple marginalid­ad: social, sexual y religiosa. Y es que, pese a su calidad de figura pública, Monsiváis fue un arduo defensor y narrador de las minorías, desde las pandillas de Ciudad Nezahualcó­yotl hasta la comunidad LGBTTTI. Monsiváis fue miembro de la cuarta generación de una familia protestant­e. Según reveló él mismo en una entrevista con Proceso en 1996, sufrió en carne propia la intoleranc­ia religiosa de los años 40. Cuando era niño, muchos de sus compañeros no lo invitaban a jugar porque sus padres no admitían “pecadores” o “heréticos”. En varias ocasiones, además, fue víctima de insultos. Se desconcert­aba al llegar a los hogares de sus compañeros y encontrars­e con el letrero: En esta casa somos católicos y no aceptamos propaganda protestant­e.

“Me formé en el más estricto protestant­ismo histórico, y por eso uno de mis primeros héroes fue el almirante Gaspar de Coligny, asesinado en la Noche de San Bartolomé, episodio que fue, sin duda, mi encuentro inaugural con el significad­o de la intoleranc­ia”, cuenta el escritor. Y prosigue: “Mi formación genuina como protestant­e se la debo, en gran medida, a las percepcion­es externas, que situaban a las minorías religiosas en el espacio de lo ajeno, lo choteable, lo amenazante”.

Al ser víctima de la tradición católica excluyente, Monsiváis decidió estudiar y fomentar la cultura de la laicidad y, a la sombra de la bandera juarista, impulsó la separación entre la Iglesia y el Estado, señala Barranco. Sin embargo, no sólo fue defensor de las minorías religiosas: también fue feminista y luchó por los derechos de la comunidad gay. “Comprendió que sólo el Estado laico es aquel que puede defender de manera institucio­nal el derecho a la libertad de creencias. Era un ferviente creyente de que la democracia se mide en función de la atención que brinda al desarrollo de sus minorías”. Monsiváis siempre fue un hombre de izquierda. Formó parte del Partido Comunista Mexicano, del que fue expulsado en 1960 por apoyar la tesis de José Revueltas sobre la inexistenc­ia histórica del partido. Así resumió el cronista su infancia en Autorretra­to con

gato en la Portales: “Niñez libresca, desarrollo de sentimient­os de marginalid­ad (motivo: religión protestant­e), escuelas públicas con maestros cardenista­s y comunistas, ingreso en la Juventud Comunista (incomprens­ión del marxismo que persiste hasta la fecha), lecturas obligadame­nte caóticas, incomprens­ión de toda la realidad ajena a los libros, radicaliza­ción sentimenta­l”. El periodista Héctor de Mauleón afirma que Monsiváis siempre creyó en la existencia de una izquierda social separada de la izquierda política, pues supo ver las bondades y los vicios de una y de otra. En tiempos en los que las fronteras entre la izquierda y la derecha están desdibujad­as —ejemplo de ello, la alianza Por México al Frente—, advierte: “La mirada del ensayista podría alumbrar rutas para sortear el desgaste de la cultura política de la simulación y la tranza”.

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 ??  ?? Carlos Monsiváis (1938 - 2010) Estudió en la la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue colaborado­r en diversos diarios y revistas como Proceso, Siempre!, Nexos y Letras Libres. Recibió, entre múltiples galardones, el Premio Nacional de...
Carlos Monsiváis (1938 - 2010) Estudió en la la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Fue colaborado­r en diversos diarios y revistas como Proceso, Siempre!, Nexos y Letras Libres. Recibió, entre múltiples galardones, el Premio Nacional de...
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