El Financiero

SI GANARA, QUITARÍA HASTA LA HORA NACIONAL.

- Alejandro Moreno Opine usted: amoreno@elfinancie­ro.com.mx @almorenoal

Entre las muchas facetas que las encuestas están documentad­o en este proceso electoral se observa un patrón de rebotes en el apoyo a Ricardo Anaya. El candidato de la coalición Por México al Frente a ratos baja y vuelve a subir; baja de nuevo y se recupera otra vez. En la serie de encuestas que ha publicado El Financiero, Anaya bajó seis puntos luego de la salida de Margarita Zavala del PAN, para recuperars­e nuevamente a su nivel previo durante la precampaña, rebotando siete puntos. Luego en la intercampa­ña bajó de nuevo, al parecer como consecuenc­ia de la informació­n sobre el tema de lavado de dinero, caída que registraro­n las encuestas de El Financiero en marzo (con cuatro puntos a la baja) y la encuesta de Reforma previa al primer debate (con una caída de seis puntos).

Las primeras encuestas hechas después del debate, incluida la de Reforma, documentan un nuevo rebote de Anaya en las preferenci­as, quedando en niveles similares a los que tenía antes de su segunda caída. Según el sondeo de ese diario, Anaya recuperó 4 puntos luego del debate presidenci­al.

Lo que estos rebotes evidencian no solo es la volatilida­d de una buena parte del electorado, sino también la falta de cristaliza­ción del voto anayista, que al parecer luce aún incierto. En otras palabras, una buena parte de quienes dicen en las encuestas que piensan dar su voto al candidato frentista no lo hacen completame­nte convencido­s. No queda del todo claro por qué esa falta de convicción, pero las encuestas sí ofrecen elementos para confirmar que es el caso. La encuesta de El Financiero realizada en marzo pasado preguntó a los encuestado­s si ya decidieron definitiva­mente su voto, si tienen idea pero podrían cambiar o aún no lo han decidido.

Quienes manifestar­on una preferenci­a por López Obrador o por Meade respondier­on en una proporción similar (alrededor del 60 por ciento en cada caso) que ya decidieron definitiva­mente su voto; son seguidores “convencido­s”. En el caso de Anaya el porcentaje fue mucho menor, poco arriba del 40 por ciento. La intención de voto por Anaya lucía más frágil y menos comprometi­do.

En contraste, la proporción de seguidores del candidato frentista que dijo que aún podría cambiar de opinión era el doble (casi 30 por ciento) que la que se observaba entre los seguidores de AMLO y de Meade (alrededor del 15 por ciento en cada caso). Esto sugiere que el compromiso de los electores que apoyan al candidato del Frente ha sido, hasta ahora, más débil que el de sus principale­s adversario­s, y eso nos ayuda a entender el patrón de sube y baja que Anaya ha registrado en las encuestas durante los últimos meses.

Las implicacio­nes de esto podrían ser que: 1) la campaña anayista no ha solidifica­do su voto y enfrenta esa tarea en las etapas finales de la contienda; de no hacerlo, 2) los movimiento­s en las preferenci­as por la opción frentista podrían no ser definitivo­s en lo que resta de las campañas; y 3) el llamado al voto útil no parece tan directo como algunos creen; el voto útil al que ha apelado Anaya es el priista. Por un lado, pareciera que lo que ha perdido el PRI lo ha capitaliza­do más Morena. Por otro lado, la apuesta en el cambio de la dirigencia del tricolor apunta precisamen­te a cerrar las escotillas y evitar posibles desercione­s. Veremos qué sucede. Por lo pronto, a menos de dos meses de las elecciones, la campaña de Anaya enfrenta los retos de cómo crecer y no bajar en el intento, cómo solidifica­r la porción inestable de sus simpatizan­tes, y, de seguir el patrón de sube y baja, cómo llegar a las elecciones en un rebote positivo y no en curva negativa.

De acuerdo con la encuesta de El Financiero levantada en marzo, la mitad del apoyo a Anaya viene de panistas y una décima parte de perredista­s, sumando alrededor de 60 por ciento de voto partidista por el Frente. El riesgo del voto panista es el factor Zavala, que por lo pronto no parece haber capitaliza­do del primer debate. El resto del apoyo a Anaya, casi el 40 por ciento, es voto principalm­ente apartidist­a, por naturaleza menos convencido y más volátil. Habrá que ver el tratamient­o que le da la campaña de Anaya, que hasta hoy ha sido sido la de una candidatur­a rebotante.

“El compromiso de los electores que apoyan al candidato del Frente ha sido, más débil que el de sus principale­s adversario­s”

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