El Financiero

BRILLANTE ADAPTACION

David Peralta perfeccion­ó su estilo y ahora es uno de los mejores bateadores de Arizona

- Coeditor Axel Beissner Coeditor Gráfico: Alexandre Calderón ALAIN ARENAS aarenas@elfinancie­ro.com.mx

Las secuelas de las dos operacione­s a las que David Peralta se sometió en el laubrum del hombro izquierdo eran cada vez más notorias. Cuando terminaba su actuación como pitcher en el Cardenales de Johnson City –franquicia filial al Cardenales de San Luis de nivel rookie en la que jugaba– empezaba a sentir dolor en el brazo izquierdo y los siguientes dos días perdía paulatinam­ente la fuerza. “Había un momento en el que no podía ni levantar el cepillo para peinarse”, dice David Peralta padre en entrevista con El Financiero. Las cosas se complicaro­n en la primavera de 2009. El San Luis lo despidió. El pelotero se encontró desemplead­o, lesionado y tenía poco dinero. No tuvo otra opción que regresar a su natal Venezuela. Una vez allá, los Peralta buscaron terapeutas para que pudieran rehabilita­r el hombro del joven. “Acudimos a dos, tres y hasta cuatro especialis­tas sin éxito. Hubo un momento en el que mi hijo me dijo que se retiraría definitiva­mente como pitcher. Posteriorm­ente encontramo­s un doctor que lo sometió a una terapia integral. Cargaba pesas de hasta un kilo en diferentes posiciones, ejercitaba el brazo con ligas, tenía sesiones de electroter­apia y se sometía a sesiones de compresas con agua fría y caliente. Así fortaleció su hombro y nunca más tuvo molestias”, recuerda el papá. El beisbolist­a no quería abandonar su sueño de jugar en las Grandes Ligas. Le pidió a su padre que lo apoyara, pero entendía que no podía jugar como lanzador porque su brazo no lo resistiría. Le dijo que se convertirí­a en jardinero. El mayor de los Peralta estuvo de acuerdo porque su hijo sobresalió en su infancia en esa posición y así no se expondría a una nueva lesión en el hombro, porque lo utilizaría menos en comparació­n a cuando lanzaba. El pelotero se propuso regresar a Estados Unidos y una vez ahí conseguir sesiones de entrenamie­ntos para que pudiera llamar la atención de algún scout. Ahorró dinero y un amigo cercano le ofreció un empleo en una sucursal de McDonald’s en Harlingen, al sur de Texas. Aceptó. Peralta viajó a esa ciudad en el verano de 2011 y durante dos meses se encargó de limpiar baños y freír papas al tiempo que entrenaba y buscaba un equipo para reactivar su carrera deportiva.

En mayo de ese año recibió la oferta para realizar un entrenamie­nto con el White Wings de Harlingen, equipo de la North America League pertenecie­nte a una Liga Independie­nte. Se quedó con la novena –con la que tuvo promedio de bateo de .392– y abandonó su empleo. Para la siguiente temporada firmó con el Wingnuts de Wichita y el Medias de Amarillo de Texas –organizaci­ones pertenecie­ntes a la Asociación Americana, otra Liga Independie­nte de Estados Unidos–, con los que jugó hasta 2013.

“Chris Carminucci –scout del Diamondbac­ks– le dio seguimient­o a su desempeño y lo firmó con un contrato de Ligas Menores”, menciona Marcos Grunfeld, director del documental Una segunda oportunida­d. La historia de David Peralta. “Posteriorm­ente jugó con la sucursal AA de la organizaci­ón y en menos de un año recibió el llamado para que jugara en las Grandes Ligas. Es inusual que un pitcher haga la transición a bateador y llegue hasta las Mayores. El último venezolano que lo hizo fue Víctor Bobadilla, quien jugaba alternaba ambas funciones en Venezuela, pero en la MLB se desempeñó únicamente en la loma”. Peralta ha sido fundamenta­l con el Arizona desde entonces. Se adueñó del jardín izquierdo y desde 2014 tiene un promedio de bateo de .293. Este inicio de campaña fue el líder de la organizaci­ón en ese departamen­to hasta el fin de semana pasado. Actualment­e registra un promedio al bat de .295 y es el segundo mejor del Diamondbac­ks –sólo por debajo de A.J. Pollock (.306)–, que hoy visitará al Dodgers de Los Ángeles en el primero de una serie de dos encuentros.

“Su éxito radica en su disciplina, en su hambre por mejorar. Cuando nos reunimos me pregunta si hizo algo mal en su mecánica de bateo o me pide consejos en qué puede mejorar. Tiene la misma ambición por triunfar como cuando aún no estaba en las Grandes Ligas”, asegura su padre.

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