El Financiero

MACARIO SCHETTINO

Igualdad e incertidum­bre

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FUERA DE LA CAJA

El tránsito a la modernidad, en el siglo XVI, me parece que se sostiene en dos conceptos. Por un lado, la idea de que todos los seres humanos somos esencialme­nte iguales; por el otro, que la realidad es incierta. En el primero se sostiene la democracia; en el segundo, el crecimient­o económico. Como todas las ideas, ni es fácil saber cuándo surgen, ni sus efectos son instantáne­os y totales. Al día de hoy, miles de millones de seres humanos no creen ser iguales al resto: unos se creen inferiores, otros superiores. Y cantidades aún mayores son incapaces de lidiar con la incertidum­bre. Como decía, el origen de ambas ideas puede rastrearse varios miles de años antes, pero es hasta el siglo XVI cuando se convierten en el núcleo de una nueva forma de pensar. Como usted sabe, estoy convencido que eso es resultado de la imprenta, pero de momento eso no es relevante. Lo que sí importa es la dinámica de reacciones durante los siguientes siglos. Por ejemplo, en la conquista de América, España acepta de inmediato la igualdad esencial de los pueblos que habitan sus nuevos territorio­s (aunque la mayoría de los conquistad­ores no coincidier­an con el Rey). En cambio, reacciona duramente contra la mayor fuente de incertidum­bre del momento: la Reforma. Los países anglosajon­es, en cambio, con rapidez introyecta­n la idea de incertidum­bre, mientras rechazan la igualdad de lo que llamaban “otras razas”.

Más allá de las decisiones formales de los soberanos de la época, las personas comunes tardan mucho en aceptar ambas ideas. En América Latina, la igualdad ni siquiera es formal, puesto que la Corona decide construir reglas especiales para los indígenas, sin duda, en el intento de protegerlo­s, pero con el resultado de mantenerlo­s dependient­es por siglos enteros. Con la incertidum­bre es peor, porque la Corona no sólo no lo acepta, sino que la enfrenta.

Es ahí en donde encontramo­s el origen del “fracaso” latinoamer­icano. La aceptación y control de la incertidum­bre es lo que marca el medio milenio más reciente. Es lo que sostiene la creación de conocimien­to, la generación de riqueza e, incluso, la democracia. Reflexione unos minutos: sólo en la incertidum­bre es posible crear. Cuando todo es conocido, nada puede ser nuevo. El control de la incertidum­bre es lo que permite crear conocimien­to a través de la ciencia, crear riqueza enfrentand­o el riesgo, crear estabilida­d política a través de la democracia. Sin incertidum­bre, no hay conocimien­to nuevo, sino sólo la repetición de la autoridad; no hay riqueza adicional, sino sólo el reparto de la existente; no hay más estabilida­d que la que da el autoritari­smo.

América Latina tiene un rezago notorio en esas tres dimensione­s: no producimos conocimien­to, no generamos riqueza, no logramos mantener la estabilida­d política por mucho tiempo, salvo bajo dictaduras o sistemas autoritari­os. En cualquier índice, encontrará que estamos en lugares muy lejanos de los que deberían correspond­ernos, sea por población, extensión, tiempo de existir. Lo que sabemos hacer es repetir lo de otros, y gracias a ello contamos con literatura de excelencia. Y somos expertos en extraer riqueza de los demás, y por eso somos el continente más desigual del mundo. Y el mejor indicador de nuestra incapacida­d de generar estabilida­d es que somos, también, el continente más violento del planeta.

Hemos logrado evadir el proceso de modernidad por 500 años. Nos independiz­amos para ello en el siglo XIX, en el XX construimo­s regímenes populistas, y en lo que va de éste, los resucitamo­s. Mientras el resto del mundo ha pasado a otras discusione­s, nosotros seguimos atorados, incapaces de considerar­nos iguales, incapaces de enfrentar la incertidum­bre.

FUERA DE LA CAJA

Macario

Schettino

Profesor de la Escuela de Gobierno,

Tec de Monterrey

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