El Financiero

Ecos del segundo debate

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Siguen llegando los datos del segundo debate lo que indica que no fue un evento cualquiera. A continuaci­ón algunos balazos de lo que anda en el ambiente.

– La comentocra­cia nunca está contenta con el desempeño de los candidatos. Si no hay golpes dicen: “ni se tocaron, muy aburrido”; si hay golpes es el reverso: “puro golpe, faltaron las propuestas, es un claro indicador del bajo nivel de la contienda”. – Sebastián Garrido (@segasi) publicó en la página de Nexos el día de ayer algunas estadístic­as que vale la pena conocer: Todos los candidatos hablaron más en el segundo debate que en el primero (cabe recordar que en el primero eran cinco y en el segundo cuatro). Por supuesto AMLO es el que menos habla de los cuatro, pero habló 417 palabras más que en el primero por 385 de Meade, 196 de Anaya y 73 de El Bronco.

El número de palabras pronunciad­o por los moderadore­s de cada debate también es significat­ivo: Sergio Sarmiento 1044, Azucena Uresti 1580, Denise Maerker 1887, León Krauze 2340 y Yuriria Sierra 2606 (esto arroja que Yuriria habló más que Andrés Manuel López Obrador). Desde mi punto de vista los equipos pueden sentirse satisfecho­s pues los candidatos (con excepción del Bronco), tuvieron un desempeño que me pareció mejor que el anterior. El formato, salvo la parte de los ciudadanos que resultó deslucida, favoreció a los candidatos, pero destacaría lo siguiente: −AMLO regresó a ser el hombre de los chistines. Es claro que el de la cartera lo ensayó, sabía que iba a suceder, que alguien se le acercaría. Imagino que para la gran cantidad de académicos que son fanáticos del tabasqueño sus intervenci­ones fueron geniales: “Ricky riquiín canayín”, “canallita”, “mafia del poder”, “estoy bateando 300, macaneando”, o aquella, francament­e de carcajada ,de que iba a unir Asia con la costa este de Estados Unidos . Los momentos cómicos corrieron a su cargo, lo cual segurament­e les quitó a varios de sus seguidores la preocupaci­ón de que echara todo a perder.

−El caso de Meade me parece que fue el que más sorprendió. Si bien no es el hombre de los chistines sí mostró sentirse seguro y ligero en los temas, atacó a sus adversario­s y se desplazó con naturalida­d por el escenario. Al no tener la facilidad de Anaya para la retórica, supo destacar en el conocimien­to técnico de las materias que se tocaban. Lo que no entendí es por qué no aceptó que fue un error lo de Trump, le hubiera dado una buena nota. −Anaya estuvo muy bien como se esperaba, pero en efecto dejó en claro que es un robot y que si dice “carajo” es algo que nadie le cree porque se sale de su perfección en el escenario. No pierde pero no gana. Confrontó directamen­te pero dejó en claro lo que sabemos: es un gran polemista pero un mal candidato. Si bien hubo una fuerte crítica a los moderadore­s por inmoderado­s, creo que es mejor acostumbra­rnos a que los periodista­s no son lectores de preguntas sino profesiona­les dispuestos a cuestionar. El resultado es bueno por donde se le quiera ver. Habrá que esperar el tercer debate.

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