Hacia la era digital y de segunda mano
Hace apenas unos días, el gigante del lujo, Grupo Richemont, sorprendió con una decisión de negocio estratégica y categóricamente inusual: la adquisición de Watchfinder, minorista de relojes de segunda mano basado en el Reino Unido. Con esta adquisición, reportada por el sitio especializado SJX, Richemont se hace de una plataforma que reporta ingresos trimestrales aproximados a los 115 millones de dólares.
Lo inusual de esta decisión, más allá del claro potencial como negocio, es que un grupo de tal envergadura, cuya actividad principal es la venta de relojes nuevos, decida tomar el control de un modelo de negocio ligado a productos usados. Si se mira con detenimiento el gran espectro de acciones que ha tomado Richemont en los últimos tiempos, se verá un patrón claro: el enfoque en lograr una adecuada injerencia en las decisiones de compra a través de plataformas digitales.
Por un lado, recientemente tomaron el control total de las acciones de Yoox Net-a-Porter (YNAP), el minorista británicoitaliano, líder en el comercio online en el sector del lujo. Esto sucedía el pasado 10 de mayo, y era apenas la primera noticia con la que sacudirían a los medios durante las próximas semanas. Luego de tres años con una participación de negocio del 45 por ciento, la nueva adquisición les permitió tomar las riendas de poco más del 95 por ciento de las acciones de la compañía. Aproximadamente al mismo tiempo anunciaban también el lanzamiento de una nueva marca de relojes, cuyo posicionamiento está en un rango de precio entre los 530 y los mil dólares. El nombre de la marca es Baume, un nombre ciertamente polémico y que, por extraño que parezca, no tiene nada que ver con la otra firma del grupo, Baume & Mercier. Esta nueva división de negocio ha sido creada con un claro enfoque autosustentable (otro signo de los tiempos), al integrar una caja de aluminio y una correa realizada con PET reciclado, y ofrece además la garantía de ser entregable en más de 80 países (en el caso de México el compromiso es llegar en un periodo no mayor a los cinco días), así como una personalización total (es posible crear hasta 2 mil versiones, en tres modelos distintos: con pequeño segundero, con fases lunares y con día de la semana retrógrado). Ciertamente, esta decisión representa la entrada del Grupo a un segmento en el que no tenían participación, pero sobre todo, un modelo de negocio en el que al cliente le basta con solo dar un clic directamente en la página para ordenar un reloj de lujo, con calidad Swiss Made y hecho completamente a la medida. El riesgo es mínimo, al tratarse de un conglomerado como lo es Richemont, y la compraventa se realiza directamente en la página, sin la intervención de terceros.
Así, con la incorporación de Watchfinder (un segmento que resulta totalmente inédito para una compañía de relojes), la red de control de Grupo Richemont sobre los medios digitales parece ser total. Si son medidas acertadas, solo el tiempo lo dirá.