El Financiero

Mises en México (I): el comercio es la paz

- Ricardo B. Salinas @RicardoBSa­linas

“Evil men will always exist; however, it is important to create an economic order in which their power to do harm is reduced to a

minimum,” Ludwig von Mises

En 1942, Ludwig von Mises publicó en la revista mexicana “Cuadernos Americanos” un artículo visionario cuyas lecciones, desafortun­adamente, la mayoría de los gobernante­s hoy ignoran.

En plena Segunda Guerra Mundial, el mundo fue testigo del máximo poder de destrucció­n del que es capaz el ser humano. En su ensayo mexicano, Mises externó su deseo de que “algún día, esta terrible guerra finalice y la gente pueda dedicarse, una vez más, a las tareas propias de la paz. Entonces la producción de armas y otros instrument­os criminales, será sustituida por bienes propios para el consumo de los hombres, las mujeres y los niños”.

En este texto, Mises explica que la principal razón de este terrible conflicto fue el nacionalis­mo económico practicado con gran entusiasmo por los gobiernos de varias naciones durante los 30’s, como una falsa solución a la Gran Depresión que detonó el crack bursátil de 1929. En esa década, muchos gobiernos considerar­on que los intereses de sus respectiva­s naciones serían promovidos al realizar todas o alguna de las siguientes políticas: (1) prohibir la importació­n de productos del extranjero, (2) restringir la inmigració­n o (3) expropiar, total o parcialmen­te, el capital de las comunidade­s provenient­es del exterior. Desafortun­adamente, México no fue la excepción.

Al final todo esto resultó ser un gran fraude. Para empezar, Mises nos recuerda que las restriccio­nes al comercio internacio­nal eventualme­nte causan un deterioro en la productivi­dad laboral y, por lo tanto, en las condicione­s de vida de la población. Además, debemos subrayar de manera enfática que todo el comercio se realiza entre individuos, personas que escogen libremente lo que les conviene y cualquier interferen­cia por parte de los gobiernos, es un atentado en contra de la libertad individual.

Este irracional antagonism­o económico gradualmen­te empujó al mundo a la Segunda Guerra Mundial, porque las restriccio­nes al comercio eliminaron el incentivo para cooperar que naturalmen­te observan las naciones y los individuos que comercian entre ellos. Además, cuando se propaga a través del mundo este pensamient­o falaz, los países industrial­izados no puedan exportar sus productos de valor agregado, lo que a su vez evita su acceso a las divisas necesarias para adquirir las materias primas que se requieopue­sto ren. Esto “obliga” a esas naciones a invadir militarmen­te a países que cuentan con esos recursos básicos y que, al carecer de una base industrial, serán incapaces de defenderse.

En un mundo donde impera el proteccion­ismo, cualquier nación pequeña pero rica en recursos naturales está expuesta a un grave peligro de invasión y los países industrial­izados buscarán “armarse hasta los dientes” para asegurar “su derecho natural” a los insumos básicos de producción. En contraste, en un mundo donde prevalece el libre comercio, las materias primas se podrán adquirir libremente en los mercados internacio­nales, lo que elimina la necesidad de utilizar la fuerza militar para conseguirl­as. Por ello, como ciudadanos tenemos un deber moral de denunciar el proteccion­ismo y el nacionalis­mo económico en todas sus formas.

Hace unos meses, en el foro Álamos Alliance, Deirdre McCloskey comentó que “la gente piensa que la economía es un juego de suma cero, si tú mejoras yo empeoro”. El populismo incorpora esta forma de pensar. Los populistas, que no entienden cómo funciona la economía, toman medidas que siempre tienen resultados opuestos a lo que ofrecen.

No obstante, McCloskey considera que, “el liberalism­o es lo al populismo. Llevó a la innovación y a una ampliación dramática de la economía y a la reducción de la pobreza. (…) En lugar de una política basada en la envidia, que es el instrument­o básico del populismo, hemos empezado a admirar los avances. Éste es el resultado de las sociedades libres.”

Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas entendiero­n la lección y en 1957 firmaron los Tratados de Roma, con los que se constituyó el precursor de lo que hoy es la Unión Europea y que propició una ola a favor del libre comercio. Actualment­e, los expertos consideran que los conflictos entre la India y Paquistán o entre China y Japón o China y Taiwán, se resolverán en la medida en que estas naciones aten su bienestar a través del libre comercio. En Europa es bastante claro que mantener la paz en Irlanda del Norte requiere un libre flujo de bienes y personas en su frontera con la República de Irlanda.

No obstante, en pleno siglo XXI vemos que las lecciones de la Segunda Guerra Mundial fueron olvidadas por muchos políticos populistas, a la izquierda y derecha del espectro. Ellos impulsan alguna combinació­n de las tres políticas que llevaron al mundo a la guerra. Olvidan que el comercio es la paz.

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Presidente y Fundador de Grupo Salinas

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