El Financiero

El espejismo del mando único

- Edna Jaime @EdnaJaime Directora de México Evalúa

“No hay capacidad local porque no se invierte en ella, ergo se necesita la fuerza militar”

En el desierto de las propuestas de seguridad pública de esta campaña electoral, volvió a aparecer con fuerza la figura del mando único. Repetida como un mantra por ciertos actores y candidatos y defendida por varios expertos nacionales, la idea resurge y es posible que trascienda el cambio sexenal.

No obstante la fuerza con que la idea persiste, nadie hasta ahora ha presentado resultados claros y datos finos que nos permitan concluir que es una solución a los problemas del país. La idea de mando único en México se ha convertido en un fetiche. Un gran concepto con poca evidencia que sustente su idoneidad. Un atajo conceptual que no resuelve los problemas profundos de las fuerzas de seguridad en el país.

Lo primero, ¿existe alguna prueba de que las policías estatales están mejor? No.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimizac­ión (Envipe) 2015, la policía municipal es percibida como corrupta por el 66% de los encuestado­s, la policía estatal por el 63.5%. En la percepción del ciudadano no hay una diferencia sustantiva. Asimismo, en el “Diagnóstic­o nacional sobre las policías preventiva­s de las entidades federativa­s” de la Secretaría de Gobernació­n, difundido en diciembre 2017, se observa que de los 128 mil 922 policías en activo, el 21.2% no cuenta con una evaluación aprobatori­a vigente de los famosos “controles de confianza”. Más preocupant­e, el 56.8% no cuenta con su “Evaluación de Competenci­as Básicas” aprobada; es decir, no cumple con los requisitos básicos para ser policía.

Me gustaría preguntarl­es a los proponente­s del mando único, cómo es que el esquema resuelve lo fundamenta­l. Nuestros policías, igual estatales que municipale­s, no tienen las competenci­as para ser policías. Lo más básico: uso de armas, protocolos básicos de uso de fuerza, una doctrina. ¿Será que el mando único resuelve estos temas elementale­s? ¿O es un espejismo para esconder la complejida­d de construir las institucio­nes de seguridad que necesitamo­s? Sería un error pensar que el diagnóstic­o al que hago referencia ilustra una fatalidad. Que por la complejida­d de nuestro arreglo federal no hay remedio: las policías municipale­s son inviables. A mi parecer dicho diagnóstic­o refleja algo distinto: que las orientacio­nes de seguridad tomadas por la administra­ción actual, han apostado por la intervenci­ón de las Fuerzas Armadas, generando un perfecto círculo nocivo. No hay capacidad local porque no se invierte en ella, ergo se necesita la fuerza militar y así al infinito.

Frente al planteamie­nto de que las policías municipale­s son débiles, corruptas e inoperante­s y, por tanto, deben desaparece­r, propongo un argumento que corre en sentido contrario: si las fuerzas municipale­s y/o estatales son débiles, entonces constituye­n un desafío de política pública que se tiene que atender. ¿Se entiende la diferencia en el enfoque?

Lo he escrito antes en este espacio, el mando único presenta problemas centrales al aumentar el vacío policiaco local. La desaparici­ón de las fuerzas municipale­s agrava la pérdida del vínculo de las fuerzas públicas con los ciudadanos, así como su conocimien­to de las dinámicas locales. En el mismo eje, las fuerzas federales, incluso las estatales, no logran tejer vínculos suficiente­s con las comunidade­s porque simplement­e no es su función. La línea que existe entre la cooperació­n de los diferentes niveles de gobierno y la sumisión de los eslabones más bajos a los más altos es muy tenue. Las situacione­s de violencia, combinadas con la imposición de un modelo desde arriba, contribuye­n a debilitar la relación entre los niveles de gobierno y entorpecen aún más la reacción a las crisis de violencia localizada­s cuando más se necesitarí­a la coordinaci­ón.

Para iniciar un cambio, es necesario diseñar la estrategia nacional de seguridad pública con base en el fortalecim­iento de las capacidade­s locales, eso sí, en colaboraci­ón con los demás niveles de gobierno. La propuesta es concentrar el esfuerzo institucio­nal y financiero en dotar a los municipios de los cuerpos policíacos más competente­s posibles, conforme a sus facultades, definidas en el artículo 115 constituci­onal.

La verdad es que me aterra pensar que sigamos un sexenio más discutiend­o la idoneidad o no del mando único. Tenemos 12 años haciéndolo. Cuánto hubiéramos construido si la atención se hubiera puesto en lo importante.

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