El Financiero

¿Quién votará?

- Alejandro Moreno Opine usted: amoreno@elfinancie­ro.com.mx @almorenoal

Una de las preguntas más desafiante­s para las encuestas electorale­s es saber quién irá a votar, quién no y qué diferencia hacen en el resultado. En 2000 votó el 63 por ciento de la lista nominal de electores, en 2006 el 58 por ciento y en 2012 el 62 por ciento. En promedio han acudido a votar para presidente 6 de cada 10 electores. He escuchado que este año se espera entre 68 y 70 por ciento de participac­ión, una estimación optimista que refleja el posible efecto de las elecciones concurrent­es en nueve entidades. Cualquiera que sea la cifra final, es improbable que vote el 100 por ciento de los electores, por lo cual es prudente discutir el concepto, la medición y el modelaje de votantes probables que se hacen en las encuestas. En su caracteriz­ación más básica, los votantes probables son un subgrupo de entrevista­dos que, con base en sus respuestas a diversas preguntas, se catalogan como más probables de acudir a las urnas que otros. En versiones más sofisticad­as, el modelaje de votantes probables puede asignar a cada entrevista­do una probabilid­ad de ir a votar que sirve como un ponderador, de manera que la muesdonde tra se considera en su totalidad, y no sólo una parte.

No hay recetas ni generaliza­ciones acerca de cómo identifica­r, tratar o modelar a los votantes probables, pero puedo decir que si se analizan correctame­nte, su uso puede mejorar la exactitud de las encuestas previas a una elección.

Para identifica­r a los probables votantes suelen preguntars­e cosas como: ¿Tiene credencial para votar vigente en su domicilio actual? ¿Sabe la fecha de la elección? ¿Cuánto le interesan las campañas políticas? ¿Qué tan probable es que usted acuda a votar en estos comicios? ¿Ha votado en las elecciones anteriores (si tenía la edad)? A esto básico se le pueden añadir muchas otras considerac­iones, dependiend­o del contexto, así como del espacio, la experienci­a y la imaginació­n del investigad­or.

¿Qué dicen al respecto las encuestas nacionales que hemos realizado para El Financiero en estas campañas electorale­s? Lo primero es que, empleando un mismo tratamient­o con base en preguntas como las anteriores, el porcentaje de probables votantes ha venido en aumento. Esto quiere decir que las campañas no solamente persuaden o disuaden preferenci­as, sino que también pueden movilizar o desmoviliz­ar al electorado para ir a votar o abstenerse. Según mis análisis de las encuestas de El Financiero, en febrero pasado, antes de iniciar las campañas, la participac­ión probable era de 44 por ciento. Ésta aumentó ligerament­e a 47 por ciento en marzo, luego a 50 por ciento en mayo y a 54 por ciento en junio. Dada esta tendencia al alza, el porcentaje podría subir un poco más en las últimas etapas de las campañas. En los estados donde habrá elecciones para gobernador (incluida la CDMX), la participac­ión estimada me resulta 4 puntos más alta que el promedio nacional. Al parecer en esos estados sí se prevé una participac­ión un poco mayor. La demografía de los probables votantes me dice que, en estos momentos, hombres y mujeres saldrían a votar conforme a su peso proporcion­al en el padrón, sin diferencia­s. Sin embargo, los menores de 30 años lucen ligerament­e menos probables de votar, dejando un mayor peso proporcion­al en las urnas a los de 30 a 49 años. Y los mexicanos con estudios universita­rios lucen más probables de ir a votar que los que tienen estudios básicos, con seis puntos porcentual­es arriba de su peso proporcion­al, y con las implicacio­nes que eso tiene en la distribuci­ón de preferenci­as. El análisis de los probables votantes puede ser muy útil para afinar las mediciones y las inferencia­s del posible resultado de la elección. No todos los encuestado­res toman en cuenta el factor participac­ión, pero en otros comicios ha sido útil. Veremos cómo juega ese factor en la exactitud de los sondeos.

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