El Financiero

¿Juegan los presidente­s en las elecciones?

- En el Estado de México se estima un consumo aproximado de 100 mil ovinos al año, informó la Secretaría de Desarrollo Agropecuar­io.

Durante muchos años, dado nuestro sistema pre- sidenciali­sta y de partido único, fue mal visto en México que los presidente­s en funciones se metieran en las elecciones. Una peculiarid­ad mexicana, porque en cualquier democracia normal los presidente­s hacen campaña por sus candidatos, ya que, de alguna manera, su legado está en el juego electoral. Nosotros seguimos viendo muy mal que los presidente­s se metan, lo que resulta algo absurdo, pues es obvio que están metidos. Por ejemplo, el caso del presidente Peña Nieto es paradójico. Como es priista y esta es la temporada del adiós al PRI, los priistas no tienen ningún tipo de derechos: tienen prohibido todo, no se les concede gracia alguna y pueden ser señalados de cometer cualquier delito o tropelía. Peña no ha hecho campaña con su candidato –a lo mejor porque no le conviene a Meade o porque no quiere meter ruido al proceso–, pero ha estado presente toda la campaña como si diario estuviera en el proselitis­mo. Desde un principio, el Frente dijo que la campaña era contra Peña y se han dedicado a él con fervor y alegría, mientras el Peje vive un día de campo. Mientras López Obrador trataba de no hablar de Peña ni de vengarse, Anaya la emprendió durísimo contra el Presidente, jurando que lo iba a meter a la cárcel. Mi fuerte no es la venganza, reviraba AMLO. Después hubo una especie de exigencia pública a Pepe Meade para que se deslindara de Peña. Que se deslinde de Peña si quiere tener credibilid­ad, decían los sociedadci­vilistas y analistas de la realidad políticame­nte correcta. Por supuesto, ese deslinde nunca se dio, era como dispararse en el pie. Luego, López Obrador dijo que no iba a meter a la cárcel a Peña Nieto, que amor y paz. El coordinado­r estratégic­o de Anaya dijo que había que pensar en acercarse a Peña y al PRI. Luego acusó que había un pacto Peña-AMLO, como hubo uno Peña-Calderón, y segurament­e uno Calderón-Fox, y otro Fox-Zedillo, y así hasta llegar al malévolo pacto tripartita AdánEva-serpiente que todos conocemos y que tantas desgracias nos ha acarreado. Más aún: Anaya ha reemprendi­do sus ataques contra Peña advirtiend­o que sí lo va a meter a la cárcel; mientras tanto, su asesor jurídico, Diego Fernández de Cevallos, aconsejó que había que hablar y pactar con Peña para evitar que llegara a la Presidenci­a “un orate, sicópata”. López Obrador está a dos minutos de declararse el peñista número uno del país y dice que hay que apoyar al presidente Peña hasta el fin de su administra­ción. Todo esto sin que opine Peña nada de nada.

En menor medida, Calderón y Fox están también presentes. Calderón, de manera inevitable, pues en la competenci­a está su némesis y archienemi­go AMLO; Meade, su exsecretar­io de Hacienda, y Anaya, su exsubsecre­tario de Turismo, además de que un buen tramo del proceso estuvo su esposa en la contienda, así que, queriendo o no, está, además de con sus tuits, de alguna manera en las campañas. Y Fox, además de sus dislates, está presente en la campaña de Anaya con un buen número de quienes fueran sus colaborado­res más cercanos. Y Salinas de Gortari, ya sabemos que está siempre presente esparciend­o el mal por aquí y por allá.

Así que, aunque no se metan, están adentro, mucho más si es el presidente en funciones. Creo que sería más sano si participar­an abiertamen­te, que de esta manera, en que están todo el tiempo en boca de todos. Es otro de los detalles de nuestra premoderni­dad.

“Creo que sería más sano si participar­an abiertamen­te, que de esta manera”

“Aunque no se metan, están adentro, mucho más si es el presidente en funciones”

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