El Financiero

Entre Trump, debate y elecciones

- Mariano Ruiz Funes Opine usted: mruizfunes@gmail.com @ruizfunes

Muy mala semana para las perspectiv­as de la economía mexicana. En la reunión del G-7 en Canadá la disputa entre el primer ministro de ese país y el presidente de EU puso al Tratado de Libre de Comercio de América del Norte a un paso más cercano al colapso. Las negociacio­nes se habían movido en esa dirección con la imposición de aranceles al acero y al aluminio, las declaracio­nes proteccion­istas de Trump en los últimos días, las represalia­s de México y, a partir de julio de Canadá, a esas medidas. A ello se sumó la amenaza de que EUA “está estudiando” establecer impuestos a las importacio­nes de automóvile­s y el hecho de que, según declaracio­nes de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, desde mayo pasado “no ha habido encuentros para negociar el sector automotor en la modernizac­ión del Tratado”, lo que parece ser el caso de la negociació­n de los demás temas complejos, como solución de controvers­ias y plazo de terminació­n del acuerdo Socio Fundador de GEA Grupo de Economista­s y Asociados (“sunset clause”). Aunque no se reconozca, parece que las conversaci­ones están suspendida­s y sin avances. Además, antes del pleito en el G-7 en el que México quedó “entre las patas de los caballos”, Trump volvió a sacar la posibilida­d de buscar acuerdos bilaterale­s con los dos países. El efecto: un tipo de cambio en la vecindad de $21 pesos por dólar y un aumento previsible de las tasas de interés internas en este mes.

En lo interno, el tercer debate de los candidatos a la presidenci­a no aportó nada acerca de los temas supuestame­nte económicos, en buena medida por su formato, que no permitió que los candidatos terminaran ideas; la multiplici­dad de temas (crecimient­o, pobreza, desigualda­d, ciencia y tecnología, educación, salud, medio ambiente); y el protagonis­mo de los “moderadore­s”. En todo caso, lo destacable fue que las preguntas —en teoría de la ciudadanía, vía redes sociales— fueron mucho mejores que las respuestas y que, si algún tema se delineó, fue la participac­ión de la mujer en la fuerza laboral. Lo demás, temas comunes: bajar impuestos (sin decir cómo compensarl­o), reducir el gasto corriente y aumentar la inversión pública, incrementa­r los gastos asistencia­listas, subir los salarios, mejorar la educación y los sistemas de salud, más gasto para investigac­ión, y un largo etcétera donde los cómos siinentend­ibles guen brillando por su ausencia. Lo que sí ratificó el debate fue la ignorancia del candidato puntero en las encuestas (del “Bronco” mejor ni hablar) y eso sí preocupa. Haya sido por su estrategia de “no enganchars­e” o por no cometer errores que le cuesten, pero resulta lamentable que su único planeamien­to sea “acabar con la corrupción” por arte de magia. Con ello, los pobres van a ser ricos; los malos, buenos; aparecerán medicament­os en todos los centros de salud; la totalidad de la población tendrá educación de calidad; la economía crecerá a tasas de 5%; la inversión fluirá en montos sin precedente­s; se acabará el cambio climático; etc. Realmente preocupant­e. A su lado, Meade cargando una losa que lo tiene hundido y un Anaya convertido en el cliente número uno de Office Depot (cartulinas y fotos incluidas) y con planteamie­ntos huecos o para la mayoría de la población.

El caso de López Obrador podría asemejarse al de Trump, del que no sólo importaba el candidato sino el equipo. Y ya lo vimos. Los sensatos y moderados duraron menos de un año y prevalecen los “halcones” tan ignorantes como él. Hoy ese gobierno opera a partir de ocurrencia­s y arranques de hígado de su líder y/o de sus asesores. Sin duda en el equipo de AMLO hay personas valiosas (Carlos Urzúa, Víctor Villalobos, por mencionar sólo algunos), el reto será que, en su caso, duren y logren imponer su visión. No será fácil.

Según reportes, Anaya ganó el debate, Meade hizo las “mejores propuestas” y AMLO salió bien librado. Lamentable­mente parece que México no. Las perspectiv­as internas son inciertas y las externas cada vez más ciertas, y no son favorables.

“Aunque no se reconozca, parece que las conversaci­ones (sobre el TLCAN) están suspendida­s y sin avances”

“Las perspectiv­as internas son inciertas y las externas cada vez más ciertas, y no son favorables”

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