El Financiero

LIDIA Y ESPADA

- Mauricio Mejía

Marruecos salió a poner cara de perro a una Selección española descuidada en la defensa. Un error compartido entre Iniesta y Ramos propició el tanto de Boutaib en el minuto 14 de un duelo que prometía ser intenso y por el resto del tiempo regular. Lo fue. Al final, en el 81’, cayó el tanto de En-Nesyri y puso en evidencia la crisis hispana en tierras de Tolstoi. Los africanos jugaron el segundo tiempo con ganas de tener una oportunida­d para dar la puñalada al raquítico oponente. Y la tuvieron en dos ocasiones; la segunda fue atinada por el astro del Málaga. Así es el futbol, una serie de vasos comunicant­es que se dan a notar en las épicas ante la portería. El VAR dio por bueno un golazo de Aspas (90’+1) en el ocaso de una noche sin aliento. El 2-2 es el resumen más claro de lo que sucedió en el pasto de Kaliningra­do. Empecinada en el toque, eligiendo la banda izquierda como campo de batalla, la española intentó poner a la Historia en su lugar. Los marroquíes, dispuestos a la daga y a la patada, intentaron poner una doble barda en la frontera de su área. Con la sombra de la eliminació­n, la escuadra de Fernando Hierro demostró lo que pocas veces desde 2010: desesperac­ión.

Siempre en los duelos colectivos sobreviven los héroes, los portaestan­dartes de leyenda. Ha sido la noche de Iniesta, al que le queda más futbol que tiempo sobre el césped.

España lidia con su destino en Rusia. Kaliningra­do ha sido otra prueba para el improvisad­o míster del banquillo rojo. Él mismo viejo caballero del campo supo poner en los pies del ex astro del Barcelona las ideas y el corazón. No ha sido, como era de esperarse,

Alba el cómplice del Cid Campeador: fue Isco, joven de extraordin­ario talento y de sensibilid­ad para el aprendizaj­e. Con una combinació­n que hizo recordar los grandes años del club blaugrana Isco encontró el empate en medio del fragor de las espadas. Sucedía al tiempo, el golazo de Cuaresma en el partido de Portugal contra Irán. Paz y paciencia, aquel resultado daba tranquilid­ad a la Furia.

Durante el segundo acto, España,

que no entiende de otra razón que el toque, se complicó la partida. Débil en la zaga permitió incluso un tiro al palo de un empedernid­o 11 africano, que entregó la pelota, el campo y el tiempo al rival a la espera de un contrataqu­e letal. Irán empataba a Portugal al tiempo en el que cayó el segundo gol español. En un tris, España pasó de segundo lugar a primero y enfrentará a Rusia en la segunda tanta de este certamen .

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