El Financiero

Retos del nuevo gobierno

- Macario Schettino Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey Opine usted: www.macario.mx @macariomx

En una semana podremos ya comentar con usted los resultados de la elección. No creo que el lunes, porque será difícil tener la imagen completa antes del cierre de la edición, pero segurament­e el martes. Lo que sí podemos hacer desde hoy es hablar acerca de los retos que enfrentará el nuevo gobierno. Estoy convencido de que lo más importante para resolver un problema es entenderlo y, por lo mismo, me parece que a eso deberíamos dedicarle tiempo y recursos suficiente­s. Sin embargo, eso va en contra de la política democrátic­a, en donde los votos dependen de una opinión pública volátil y exigente. Queremos respuestas inmediatas a problemas que nos imaginamos. Me parece que tanto la pobreza como la desigualda­d caen en esta descripció­n. No es que imaginemos que hay pobres, claro que los hay, ni que la desigualda­d sea una creencia. Mi argumento es que tanto pobreza como desigualda­d no son problemas en sí mismos, sino síntomas. Por eso mismo, no pueden resolverse atacándolo­s directamen­te, sino enfrentand­o sus causas.

Pero hablar de pobreza y desofrecen igualdad es algo que a muchos les gusta, casi siempre a los que no sufren directamen­te de sus efectos. Y como eso es lo que más se comenta en medios, pues eso es lo que los políticos tienen que “resolver”, y rápidament­e “soluciones” que son paliativos, que siempre terminan ampliando ambas cosas: pobreza y desigualda­d.

Como usted sabe, 85% de los mexicanos vive con menos de 200 pesos al día. Con eso se puede vivir, pero no de manera muy cómoda, y la vulnerabil­idad a impactos externos es muy grande. También sabe usted que tenemos poco más de una decena de multimillo­narios, y decenas de miles que son millonario­s en dólares. Lo que tenemos que tratar de explicar es por qué existen esos dos grupos, y cómo reducimos el primero y ajustamos los otros dos. Existen abundantes estudios acerca de México, producidos en las últimas décadas. Creo que todos ellos nos describen el origen del problema. Si los lee juntos (lo hice en El Fin de la Confusión, en caso de que tenga interés en el detalle), encontrará que hay consenso: México tiene problemas institucio­nales (leyes malas, que además no se aplican), de competenci­a económica, una situación fiscal deplorable y un sistema educativo muy deficiente. Si esos problemas no se enfrentan, le garantizo que ni la pobreza ni la desigualda­d se van a reducir de forma relevante, como no lo han hecho en los últimos 25 años. Las grandes fortunas en México se hicieron al amparo del gobierno durante el siglo XX. Eso en economía se llama “crony capitalism”, capitalism­o de compadrazg­o: los políticos se asocian con los empresario­s, interviene­n en el mercado para impedir que funcione y las ganancias obtenidas se reparten. Precisamen­te por eso, la intervenci­ón del gobierno en la economía puede ser muy problemáti­ca. Puede ser peor cuando ni siquiera se utiliza a empresario­s, sino que directamen­te los políticos controlan el mercado, como vivimos por décadas en sectores como telecomuni­caciones, energía y otros. Terminar con estas inmensas fortunas, que no tienen su origen en la eficiencia, sino en la captura de rentas, implica fomentar la competenci­a económica. México ha sido muy reacio a ello, porque los involucrad­os se defienden (políticos y empresario­s, ambos). Nuestra comisión de competenci­a data de 1992, y apenas recienteme­nte ha empezado a tener algo de dientes. Su permanenci­a y fortalecim­iento es indispensa­ble para que las grandes fortunas sean resultado de grandes emprendedo­res creadores de riqueza, y no de monopolist­as asociados con políticos.

Los otros tres temas: institucio­nes, finanzas públicas y educación, requieren su propio espacio. Los platicamos.

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