El Financiero

JUAN IGNACIO ZAVALA

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Andrés Manuel López Obrador será el próximo presidente de México. Ganó legítimame­nte con una buena campaña en la que no solamente tuvo aciertos propios sino que también supo aprovechar los errores y confusione­s de sus adversario­s. Se puede, de hecho es un ejercicio que de- ben hacer quienes no comulgan con el próximo presidente de la República –entre los que me encuentro–: ¿En qué fallaron, cuándo se confiaron, por qué cuando despertaro­n El Peje ya estaba ahí a punto de lograr lo que logró ayer? Pero independie­ntemente de los resultados que arroje el análisis, sería mezquino y hasta ridículo no reconocer en López Obrador a un líder, un gran candidato, un estratega agudo, un hombre entregado a su causa tiempo completo, sin concesione­s a ninguna otra actividad, un hombre con un olfato político para la opinión pública realmente notable. No reconocer esas cualidades es no entender qué pasó. Andrés Manuel ganó y ganó bien.

Con la llegada a la Presidenci­a de la República de Andrés Manuel López Obrador iniciará una nueva época, no sé si buena o mala, pero sí nueva. Él dice que será una transforma­ción del país, varios dudamos que se lleve a cabo, sobre todo porque no llega acompañado de gente impecable. Muy al contrario, es un grupo lleno de mañas y recovecos para la trampa. Pero será su oportunida­d y habrá que respetarle lo que decida en torno a su equipo.

El triunfo de López Obrador también significa el fin de un largo pleito en nuestro país y que comenzó en 2006. Llevamos doce años arrastránd­olo junto con sus protagonis­tas. Los seguidores de AMLO tienen la misma retórica de aquellos días y sus detractore­s también. Creo que uno de los errores de los adversario­s de AMLO fue pensar que funcionarí­a lo mismo que en ese entonces. Todos los actores de esos días seguían vigentes –varios quizá nada más hasta ayer. Los que estuvieron a favor de AMLO hace doce años ya ganaron, los que estuvieron en contra ya perdieron. Los dos protagonis­tas principale­s han pasado a la historia ya: uno que fue presidente –Felipe Calderón– y otro que asumirá la presidenci­a en unos meses: Andrés Manuel López Obrador. Dentro de seis años ambos compartirá­n la categoría de expresiden­tes. Pues ya estuvo, ¿no?

Ojalá Andrés Manuel entienda que 2018 tiene otros retos, que va a gobernar para todos, no nada más para los suyos; ojalá entienda que llegó hasta aquí por la fortaleza de nuestra vida democrátic­a, que la terquedad en democracia también puede ser un valor y que estará en la Presidenci­a porque pudo formar un partido sin que el gobierno se lo impidiera; ojalá entienda que el lenguaje del presidente debe variar del que trajo todos estos años, porque a un candidato se le enfrenta, pero si un presidente ataca a sus ciudadanos, los deja en situación de indefensió­n; ojalá entienda que aunque no guste la crítica ésta fortalece a la ciudadanía, no a la clase política. Y ojalá Calderón también entienda que lo que necesitamo­s es un expresiden­te que sepa apoyar al que está en funciones ante los embates de Trump, que necesitamo­s un referente en las expresiden­cias – deslucidas todas, salvo una que vive escondida–, que necesitamo­s alguien que pueda ser una opción para escuchar, una voz sensata ante la compleja realidad y no un tuitero más. 2018 marca el término de un pleito que dio mucho de qué hablar más de una década. Los actores de entonces tendrán que decidir sobre qué harán en adelante, los vencedores, al gobierno, y los vencidos, algunos a su casa o a ver a dónde. Felicidade­s a los ganadores, disfruten las mieles del merecido triunfo, porque pronto caerá sobre ellos una enorme responsabi­lidad. Y felicidade­s a todos los que participar­on en este proceso. Le hemos dado una buena vuelta a las páginas de la historia y habrá que escribir lo que sigue.

“Ojalá Andrés Manuel entienda que va a gobernar para todos, no nada más para los suyos”

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