El Financiero

La Cuarta Transforma­ción y la economía

- Ernesto O’ Farrill Opine usted: eofarrills@bursametri­ca.com

El Presidente Electo para cuando usted esté leyendo esto, ha anunciado que lo que viene representa una transforma­ción radical y profunda del País, al grado de compararla con las transforma­ciones del México independie­nte, la de la Reforma y la de la Revolución, y por eso la denomina “La Cuarta Transforma­ción”

Un Estado de derecho auténtico, el combate frontal a la corrupción, una democracia auténtica, “El pueblo manda”, el respeto a la división de poderes y a la autonomía de los Estados y Municipios, un gobierno austero, cancelar la “mal llamada Reforma Educativa”; son parte de la lista de promesas de campaña y buenos deseos.

En el lado económico, también hay muchas cosas que preocupan. AMLO ha prometido abandonar el “Modelo Neoliberal”, y regresar al modelo de Desarrollo Estabiliza­dor, totalmente desgastado e incompatib­le con la globalizac­ión, así como un “plan de austeridad republican­a” de donde saldrán los recursos para financiar el desarrollo, sin aumentar, en términos reales los impuestos ni la deuda pública.

Presidente de Bursamétri­ca “Tampoco habrá gasolinazo­s. El presupuest­o se orientará a reactivar la economía, a crear empleos y a combatir la pobreza. Será prioritari­o fortalecer la actividad productiva y el mercado interno. Fomentarem­os el desarrollo desde las distintas regiones del país. Se rescatará el campo, se impulsará la industria de la construcci­ón y la dedicada a la fabricació­n de ropa, calzado y otras mercancías. Se rescatará el sector energético. El propósito es producir las gasolinas, el diésel, el gas y la energía eléctrica que consumimos para dejar de comprarlos en el extranjero”. “Nuestro programa de desarrollo partirá del apoyo a las actividade­s productiva­s de las comunidade­s indígenas y campesinas, así como a la creación de oportunida­des de empleo para trabajador­es de colonias urbanas populares. Vamos a distribuir una canasta de alimentos a precios bajos. Se garantizar­á a los jóvenes el derecho al estudio y al trabajo.”

Respecto a la relación con Estados Unidos, AMLO ha dicho que “le propondrem­os al presidente Donald Trump un tratado amplio e integral con Canadá, que incluya también a los países centroamer­icanos, algo parecido a lo que fue la Alianza para el Progreso, enfocado no solo al comercio sino al desarrollo regional, la creación de empleos, los salarios, la migración, la seguridad, entre otros asuntos.” ¿Sig- nifica esto que pasaremos pronto a la negociació­n del TLCAN 3.0? ¿Tendrán algún interés Canadá y EU por incluir a Centroamér­ica? Segurament­e estaremos escuchando en estos días declaracio­nes de su equipo económico garantizan­do el respeto a la autonomía del Banco de México, el compromiso de conducir responsabl­emente las finanzas públicas, para no endeudar más al país en términos reales, y que no habrá incremento­s en los energético­s ni en los impuestos. Esto puede ser bien recibido por los mercados. De hecho se espera una apreciació­n del peso de entre el 3 al 5% en los siguientes días, si no nos echa a perder la fiesta el presidente Trump con algún tuit mal intenciona­do. Pero ya sentado en la silla presidenci­al, AMLO se va a encontrar con la realidad; la verdad es que la economía mexicana presenta enormes desafíos, y por más que se busque ahorrar en los gastos, y atacar la corrupción, no se tienen suficiente­s recursos para mantener equilibrad­o el presupuest­o para los siguientes años, y menos si se piensan cumplir todas las dádivas prometidas a los distintos sectores de la población. La espada de Damocles de las calificado­ras internacio­nales y la tenencia de valores gubernamen­tales en manos de residentes en el extranjero son un seguro de responsabi­lidad fiscal. No hay margen de maniobra. ¿Como vamos a hacerle para tener un régimen fiscal competitiv­o frente al nuevo esquema fiscal que se aprobó en Estados Unidos con una tasa efectiva sobre la renta del 24% para las empresas, frente a una tasa efectiva en México del 50%? No queda otra, hay que bajar impuestos a los ingresos y como contrapart­e aumentar impuestos al consumo.

Junto a la revisión del régimen fiscal, hoy tenemos un sistema financiero muy deficiente, muy caro y sobrerregu­lado. Sin un mercado financiero desarrolla­do, la actividad económica tiene un fuerte cuello de botella. El problema de las pensiones sigue creciendo, y ya nos alcanzó el destino. Tenemos que revisarlo a fondo y actuar rápidament­e. Dentro de esto, urge revisar también el régimen de inversión de las Afores y de otros inversioni­stas institucio­nales. El equipo económico tiene que plantear una serie de reformas en distintos temas que ya no pueden quedarse más tiempo rezagados.

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@EOFarrillS­59

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