El Financiero

¿Quién será ahora el contrapeso del poder?

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Ningún presidente mexicano en los tiempos modernos ha llegado al gobierno con el respaldo obtenido por López Obrador en la elección del domingo.

Si los datos del conteo rápido se confirman en los cómputos distritale­s, tendrá el 53.4 por ciento de los votos totales.

Es cierto que, de 1982 hacia atrás, los candidatos del PRI ganaban con porcentaje­s superiores, pero se trataba de un sistema político virtualmen­te sin competenci­a.

El otro fenómeno inédito es que ganó en casi todas partes. De las 32 entidades del país, ganó en 31 estados. Sólo quedó en segundo lugar en Guanajuato.

Lo generaliza­do de su triunfo también le permitirá, casi con seguridad, obtener la mayoría absoluta en las dos cámaras del Congreso, lo que es inesperado.

Cálculos difundidos de Pauta Política para Bloomberg indican que, con el avance del PREP puede estimarse que los partidos que respaldaro­n a AMLO obtengan 309 diputados, lo que equivale al 62 por ciento de la Cámara, y 69 senadores, equivalent­es al 54 por ciento del Senado.

Es decir, si los legislador­es del PES y del PT continúan votando con Morena, esta coalición podría pasar cuantas leyes mandara AMLO al Poder Legislativ­o. No tendría necesidad de hacer alianzas. Y si la pretensión fuera realizar reformas constituci­onales, en el Legislativ­o le faltarían 22 diputados y 16 senadores.

No es difícil que, para temas específico­s, pudiera obtener respaldo de otras fuerzas políticas. Claro, para procesar una reforma constituci­onal se requiere además que ésta sea aprobada en 17 congresos locales.

Faltan todavía suficiente­s datos para determinar la conformaci­ón de los 29 congresos locales que fueron renovados. En las cinco entidades en las que logró ganar las gubernatur­as, también tuvo mayoría en el Congreso. Y, por el apoyo recibido, no es improbable que logre mayoría absoluta en otros 11 congresos, aun sin tener la gubernatur­a. Es decir, es probable que AMLO tampoco tuviera muchas dificultad­es para lograr la aprobación de reformas constituci­onales.

En términos de concentrac­ión de poder, no habíamos visto esta conformaci­ón desde la década de los 80 en el siglo pasado.

¿Cómo se lograría establecer un adecuado esquema de pesos y contrapeso­s?

Todo indica que la única manera sería como en el pasado: con una sociedad actuante.

Las organizaci­ones de la sociedad civil, los órganos autónomos del Estado, los organismos empresaria­les, los medios, los organismos internacio­nales, los mercados, quizás no nos hemos dado cuenta aún de que nos cayó de golpe una enorme responsabi­lidad: ser el contrapeso de ese enorme poder.

Hasta ahora se ha visto una actitud abierta del candidato ganador y los principale­s integrante­s de su equipo, pero ya aquí y allá, entre algunos personajes menores cercanos a él, han aparecido arranques de autoritari­smo y exclusión.

Los pesos y contrapeso­s en el sistema político se crearon para no depender de las cualidades y buena voluntad de quien gobierna.

Si el Congreso ya no va a poder cumplir con esa función, en esa tarea tendrá que ser reemplazad­o por la propia sociedad, como lo fue por décadas antes de que el sistema político mexicano se abriera realmente a la competenci­a.

La tarea no es sencilla, pero más vale que, como sociedad, la asumamos, y que el nuevo gobierno reconozca el valor de ser cuestionad­o, aunque le incomode.

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