Con oficinas abiertas hay menos interacción
En los últimos años, una serie de grandes empresas —IBM, Bank of America, Aetna, Yahoo! bajo la ex máxima ejecutiva Marissa Mayer— redujeron sus programas de teletrabajo en nombre de una mayor interacción y cooperación entre empleados, supuestamente fomentada por estar todos juntos en una oficina. El modelo de negocio de las empresas que proporcionan espacios de “coworking”, como WeWork, también se basa en la premisa de que, si la gente se encuentra en un espacio compartido, se conectará y cooperará más. Sin embargo, no funciona así, según muestran investigaciones recientes. En la oficina, ya sea corporativa o con ambientes al estilo WeWork, los trabajadores en la actualidad se encuentran en vastos espacios abiertos diseñados para derribar barreras. Pero en un artículo publicado recientemente, Ethan Bernstein y Stephen Turban de la Universidad de Harvard mostraron que, sobre la base de dos estudios de campo de oficinas corporativas, la arquitectura moderna de oficina abierta tiende a disminuir el volumen de interacción cara a cara en un 70 por ciento y, en consecuencia, aumentar la comunicación electrónica. Con este tipo de patrón de comunicación, los trabajadores bien podrían estar en cualquier parte.
Las oficinas abiertas, escribieron Bernstein y Turban, tienden a ser “sobreestimulantes”. Demasiada información, muchas distracciones, demasiadas personas caminando o simplemente mirando sus monitores, todo eso “parece tener el resultado perverso de reducir en lugar de aumentar la interacción productiva”.
Una explicación es que colocar a las personas en una enorme pecera en la que no tengan espacio personal hace que se retraigan en lugar de que se vuelvan más gregarias.