El Financiero

SEVILLA / 8 DE JULIO DE 1982

- Alemania Francia Argen

Buen futbol, drama monumental y polémica se juntaron con una fuerza descomunal en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, donde se definía al primer finalista de España 1982. Alemania Federal y Francia protagoniz­aron el mejor partido de aquel Mundial, y a la vez una de las mayores injusticia­s que se recuerden. En la primera media hora de partido ya empataban a uno con gol de Pierre Littbarski y un penalti de Michel Platini. En el arranque del segundo tiempo, el portero alemán Harald Schumacher salió a destiempo para evitar el remate de Patrick Battiston, quien definió desviado entrando al área alemana; el problema es que apenas tocó el balón: el defensa galo recibió un brutal caballazo en el rostro. El saldo fue tremendo. Battiston quedó conmociona­do y perdió dos dientes, mientras el árbitro holandés Charles Corver no señaló ni el penalti ni la tarjeta roja que ameritaba. El episodio desnatural­izó el cierre del juego hasta que llegaron los tiempos extra. En ellos ambos equipos decidieron morir matando. Marius Tresor a los 92’ y Alain Giresse a los 98’ parecían darle la victoria a Francia, pero ya se sabe que Alemania nunca deja de luchar y los tantos de KarlHeinz Rummenigge a los 102’ y Klaus Fischer a los 108’, con un acrobático remate, le permitiero­n empatar el juego a tres tantos y postergar la sentencia, que requirió de la primera serie de penaltis en la historia de los Mundiales. En ella, el guardameta alemán, quien tuvo que ser expulsado una hora antes, contuvo los disparos de Didier Six y Maxime Bossis y le dio a los germanos el pasaje a la final, en la que caerían ante Italia.

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