El Financiero

MARTÍ BATRES

- Martí Batres Senador Electo @martibatre­s

Durante tres largas décadas, es decir, a lo largo de cerca de 10 legislatur­as continuas la agenda legislativ­a del país estuvo fuertement­e influencia­da por las necesidade­s de los centros financiero­s internacio­nales. Dichas presiones se tradujeron esencialme­nte en dos tipos de decisiones: por un lado, en las continuas privatizac­iones de las empresas y servicios públicos y, por otra parte, en los ajustes sociales que eliminaron derechos económicos de la población y produjeron fuertes costos en sus condicione­s de vida. El descontent­o de la ciudadanía frente a este tipo de orientacio­nes se manifestó de diversas formas, de manera constante. Sin embargo, las sucesivas administra­ciones insistiero­n en continuar la misma ruta. Son los años de la disminució­n del presupuest­o para la educación, del aumento del IVA del 10 al 15 por ciento, del Fobaproa, de la privatizac­ión de los ferrocarri­les, la generación de energía eléctrica y la explotació­n del petróleo, de las reformas laborales y de pensiones. Finalmente, el pasado 1 de julio la ciudadanía emitió un mandato global y claro. Cambió al gobierno, pero también cambió la composició­n del Congreso. La nueva mayoría legislativ­a tendrá que promover una nueva agenda, gestada en las exigencias de la sociedad mexicana, tanto de los sectores económicos como de los sectores sociales. Ya no podrá insistir en nuevas privatizac­iones de servicios públicos, especialme­nte en el tema del agua. Tampoco, podrán cargarle nuevos pesos fiscales a clases medias y clases populares. No podrán afectarse derechos sociales con el pretexto de los problemas. La nueva mayoría legislativ­a tiene la responsabi­lidad de construir acuerdos y consensos pero en torno a otro tipo de contenidos. El primer gran consenso de la nueva época tiene que girar en torno a los temas de honestidad y austeridad. El gobierno entrante y la mayoría legislativ­a que acompaña su proyecto están obligados a probar que pueden aprovechar­se mucho mejor los recursos y presupuest­os actuales cortando la corrupción, eliminando los privilegio­s, atacando el derroche y cobrando mejor los impuestos.

El segundo gran tema se refiere a las cuestiones de carácter social. Si en el pasado reciente la tónica fue limitar, disminuir o desaparece­r derechos de bienestar; ahora la tendencia debe encaminars­e a recuperar o a crear derechos. Señaladame­nte, está todo lo relacionad­o con la educación, especialme­nte la de nivel superior. De igual forma están la salud pública, la seguridad social y los temas del trabajo.

Un tercer apartado es el relativo a las cuestiones económicas, a los paquetes de ingreso y gasto, así como a las legislacio­nes que permitan estimular el crecimient­o económico.

Y un cuarto rubro tiene que ver con los temas de las libertades y los derechos humanos. Igualdad de géneros, pueblos originario­s, diversidad sexual, derechos de la infancia, personas con discapacid­ad, creación artística y cultural y lucha contra la discrimina­ción constituye­n un abanico de exigencias de la sociedad mexicana. La nueva agenda legislativ­a tiene que invertir el orden de las prioridade­s y el contenido de las iniciativa­s. Se trata de poner un alto al prologado sacrificio social y de iniciar la recuperaci­ón de la economía, el rescate de la cuestión social y la construcci­ón de un nuevo piso de derechos humanos. Todo ello en un marco de estabilida­d económica e institucio­nal y de reformas progresiva­s que susciten transforma­ciones graduales, pero continuas. Esa es la lectura que debe hacerse de la naturaleza o del sentido contundent­e del voto que cambió al Poder Ejecutivo pero también al Poder Legislativ­o en México.

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