México y la ilusión
Ayer se publicó en las páginas de este diario una encuesta del ánimo social con la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales. A nadie le sorprendió que las expectativas fueran altas y la satisfacción del electorado fuera positiva tras los resultados y la cantidad de votos obtenidos por el candidato de Morena. Ante la pregunta ¿Qué tan satisfecho está con los resultados de la elección?, 66% de los encuestados contestó que mucho o algo, y apenas un 31%, que poco o nada, y sobre el futuro de México luego del triunfo de AMLO, 65% se declaró optimista y 21% pesimista; por último, a una semana de su triunfo, 59% aprueba el trabajo que ha hecho y 20% lo desaprueba. Aunque podría ser una encuesta temprana –fue recabada entre el
5 y 7 de julio pasado–, sí sirve como un termómetro del cambio de ánimo nacional, de cómo arranca el candidato electo ante un país que tenía al Presidente actual en menos del 20% de aprobación y que no ve con buenos ojos el fin del sexenio. Pero, ¿es el único que ha recibido este optimismo desbordante después de ser electo? En una encuesta hecha también por Alejandro Moreno y publicada en el diario Reforma el viernes 1 de diciembre de 2000, Vicente Fox acumulaba, ante la pregunta ¿Cuál es su opinión acerca del nuevo presidente?, un increíble 80% de opinión favorable en julio, mes de la elección, y un 61% para octubre; las opiniones malas o muy malas que recibía el candidato de la alternancia apenas llegaban al 12%. Vámonos al inicio del sexenio del expresidente Felipe Calderón: en la encuesta publicada el sábado 2 de diciembre de 2006, también en el diario Reforma, tras rendir protesta en medio de un Congreso convulso, la imagen del electo presidente Felipe Calderón, estaba en las nubes: ante la pregunta ¿Qué tanta confianza le inspira Felipe Calderón?, 73% de los encuestados contestaba que mucha/algo, y apenas un 24% respondía que poca/nada; a la pregunta ¿Cómo se siente respecto al futuro del país?, 78% se sentía optimista y apenas un ridículo 15% le apostaba al pesimismo. Así que, de acuerdo con estas encuestas recolectadas por Alejandro Moreno, la población mexicana veía un futuro más prometedor en 2006 que en 2018. No hay juicio de por medio ni valoración de presidentes electos, simplemente los resultados de encuestas realizadas justo en el momento en el que fueron electos o cuando asumieron el cargo. Hasta aquí había sido miel sobre hojuelas. En el caso de Peña Nieto había realmente un país polarizado, al menos así lo mostraba una encuesta publicada el sábado 1 de diciembre de 2012 en el diario Reforma; ante la pregunta: Con el regreso del PRI a la Presidencia, ¿cómo se siente respecto al futuro del país?, 48% contestó que optimista y un 36% que pesimista. Aunque prevalecía la imagen de un futuro mejor, había una gran cantidad de mexicanos que no veían con buenos ojos la gestión que apenas comenzaba. En diciembre de aquel año, Enrique Peña Nieto gozaba –y habrá que subrayar el adjetivo porque llegaría al peor número en la historia de la simpatía presidencial en enero de 2017– de una aprobación del 44% de los mexicanos. Pero el optimismo y pesimismo no es lo mismo que la confianza; ante el cuestionamiento ¿Cuánta confianza tiene usted en Enrique Peña Nieto como presidente?, 48 por ciento de la ciudadanía dijo que poco/nada y 47% que mucho o algo. Empezó con el pie izquierdo y el tiempo reafirmaría este supuesto; por parte de los líderes (primera encuesta que hacía la separación ciudadaníalíderes), 60% señalaba que no confiaba en el nuevo Ejecutivo y apenas un 40% que sí. Todos los datos corresponden a mediciones hechas por el mismo encuestador, en este caso Alejandro Moreno, y demuestran lo maravilloso de la democracia, el único sistema político que nos permite elegir una nueva ruta cada seis años y eso nos pone de buen ánimo. Vicente Fox, el mes en el que fue electo, obtuvo 80% de opinión favorable entre los encuestados; Felipe Calderón recibió un 78% de optimismo respecto al futuro del país cuando inició su mandato; López Obrador no llega a esos números. Aunque efectivamente las expectativas son altas y el ánimo social es favorable, no es el momento en el que la ilusión de un futuro mejor se esperaba con ansias. El otro día escuchaba un comentario sobre el famoso tigre de la elección: “el tigre está calmado, pero tiene muy poca paciencia”. No hay que preocuparse, México ha caído de alturas más altas y hemos sobrevivido; no digo que López Obrador siga esa ruta, pero es bueno saber que antes ya habíamos estado más esperanzados. Comenzamos otro sexenio más y el ánimo social le sonríe a Andrés Manuel. Otra vez México está ilusionado.
“El ánimo social le sonríe a Andrés Manuel. Otra vez México está ilusionado”