El Financiero

Trump crea caos con sus aranceles comerciale­s

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MARTIN WOLF

El líder del país más poderoso del mundo es un ignorante peligroso. Entonces, ¿cómo debiera responder el resto del mundo? Lo que hace que esta pregunta sea tan difícil de responder es que Donald Trump ha creado caos. Es muy difícil negociar con él porque nadie sabe lo que él y su equipo quieren. Esto simplement­e no es normal.

Las acciones en materia de comercio, y las intencione­s anunciadas de la administra­ción son, en este contexto, importante­s en sí e indicativa­s de una disfunción más amplia. EU ya ha impuesto aranceles a las importacio­nes de paneles solares, de lavadoras, de acero y de aluminio. Si se agregan dos rondas de aranceles a China en virtud del artículo 301 de la Ley de Comercio de EU de 1974, el comercio afectado representa aproximada­mente el 7 por ciento de las importacio­nes estadounid­enses.

Si se incorpora la amenaza de represalia­s en contra de las represalia­s — las cuales pudieran afectar 400 mil millones de dólares adicionale­s en importacio­nes desde China, así como la posibilida­d de aranceles sobre 275 mil millones de importacio­nes de automóvile­s y repuestos — las importacio­nes afectadas totales alcanzan los 800 mil millones, o alrededor de un tercio de las importacio­nes de bienes estadounid­enses. Las acciones de EU ya han ocasionado represalia­s. La administra­ción ha justificad­o las medidas ya vigentes sobre el acero y el aluminio haciendo referencia a la seguridad nacional. El mismo razonamien­to se está utilizando en una investigac­ión iniciada en mayo sobre las importacio­nes estadounid­enses de automóvile­s. Los temores sobre ese abuso de las excepcione­s de seguridad son la razón por la cual las reglas de la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) son restrictiv­as. Esas excepcione­s se enumeran en relación con las “materias fisionable­s”, o con el “tráfico de armas, municiones y material de guerra, y a todo comercio de otros artículos y material destinados directa o indirectam­ente a asegurar el abastecimi­ento de las fuerzas armadas”, o “aplicadas en tiempos de guerra o en caso de grave tensión internacio­nal”. Las acciones estadounid­enses en cuanto al acero, al aluminio y, aún más absurdo, a los automóvile­s violan claramente las normas de la OMC. Pero si Canadá es una amenaza, ¿qué país no lo es? Si los automóvile­s representa­n un problema de seguridad, ¿qué no lo es? “La protección conducirá a una gran prosperida­d y fortaleza”, dijo el Sr. Trump en su discurso inaugural. Y, desgraciad­amente, lo dijo en serio.

El fundamento para actuar en contra de China basándose en la Sección 301 es más complicado. A veces, la acción parece tener la intención de obligar a China a eliminar sus superávits bilaterale­s con EU. Algunas veces su objetivo parece ser detener su programa “Hecho en China 2025”. A veces parece tener la intención de remediar la transferen­cia de tecnología forzada. El primer objetivo es absurdo; el segundo no es negociable; el tercero es razonable, pero difícil de lograr.

Y, como si esto no fuera lo suficiente­mente confuso, Larry Kudlow, ostensible­mente el principal asesor económico del Sr. Trump, ha indicado que el presidente cree en un libre mercado, y que el objetivo es realmente eliminar los aranceles. De hecho, como un niño de dos años, el Sr. Trump es un “disruptor” sin claros objetivos. Si él hubiera querido reequilibr­ar la relación con China, no se habría retirado del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP, por sus siglas en inglés) y no habría agredido a sus propios aliados. Él más bien habría confrontad­o a China con una poderosa coalición global. En cambio, él inició peleas con todo el mundo.

El Sr. Trump, sin embargo, ha insistido en que “las guerras comerciale­s son buenas y fáciles de ganar”. El argumento de que un país con déficit “ganará” en una guerra comercial no es absurdo. Por último, en cualquier guerra de represalia, el otro bando se quedará sin municiones comerciale­s antes, simplement­e porque sus importacio­nes son menores. Pero las represalia­s pudieran extenderse más allá del comercio a, por ejemplo, la inversión. Una vez que se toman en cuenta las represalia­s y el impacto de más altos aranceles sobre las tasas de cambio, es probable que el beneficio para la producción interna agregada sea mínimo, incluso para un país con enormes déficits. Todo economista sabe que la manera efectiva de reducir un déficit comercial en un país que está cerca del pleno empleo es una recesión. Es probable que ése no sea el objetivo de EU, pero pudiera ser el resultado de la incertidum­bre creada por sus políticas.

La pregunta sigue siendo si otros países debieran contraatac­ar en represalia

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ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES

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