El Financiero

EN LAS TERAPIAS GENÉTICAS CONTRA EL CÁNCER

ACTUALMENT­E, PARA INSERTAR NUEVO ADN SE EMPLEAN VIRUS HECHOS A LA MEDIDA, PERO INVESTIGAD­ORES DE LA UNIVERSIDA­D DE CALIFORNIA EN SAN FRANCISCO PROPONEN UN NUEVO MÉTODO

- KRISTEN V BROWN tecnologia@elfinancie­ro.com.mx Editora Alejandra César Coeditora Gráfica: Ana Luisa González

Las tecnología­s como CRISPR, que editan el ADN de un paciente para tratar enfermedad­es, están transforma­ndo la medicina, pero hay un obstáculo que podría retrasar la revolución.

Para insertar nuevo ADN que potencialm­ente salva vidas dentro de las células del cuerpo, los médicos generalmen­te confían en virus hechos a la medida los cuales se fabrican en laboratori­os especializ­ados que con frecuencia se retrasan en medio de la creciente demanda. Los investigad­ores han estado a la caza de una forma alternativ­a para transporta­r el ADN a las células. Un artículo publicado el miércoles en la revista Nature presenta un método alternativ­o para las células T, que luchan contra las infeccione­s y que son la clave de los tratamient­os revolucion­arios contra el cáncer conocidos como CAR-Ts. Esta técnica podría hacer que las terapias sean más rápidas, baratas, y potencialm­ente, más efectivas.

“No es la parte más sexy del proceso, pero es realmente importante hacerlo bien”, dijo Fred Ramsdell, vicepresid­ente de investigac­ión del Instituto Parker de Inmunotera­pia contra el Cáncer en San Francisco. “Si bien CRISPR es excelente y nuestra capacidad de hacer la edición de genes va a cambiar a la humanidad, todavía tienes que introducir­los en las células”.

Puede parecer extraño usar un virus para tratar a los pacientes, pero los virus son, de hecho, maestros para superar las defensas naturales de nuestras células. Los virus a la medida producidos en laboratori­os especializ­ados se conocen como vectores virales: generalmen­te desactivad­os, se utilizan para insertar código genético.

NUEVO ADN

En el artículo publicado en Nature, los investigad­ores de la Universida­d de California en San Francisco (UCSF) juntan las células T con el nuevo ADN deseado y la herramient­a de edición de genes CRISPR-Cas9 en un pequeño pozo. La membrana celular se descompone con una carga eléctrica, permitiend­o que CRISPR se dirija al genoma de las células T e inserte un nuevo código genético.

En un experiment­o, los científico­s alteraron genéticame­nte las células T de tres niños con una mutación relacionad­a con una rara enfermedad autoinmune. In vitro, pudieron reparar la mutación que causa la enfermedad. En otro experiment­o, fueron capaces de crear nuevos re- ceptores de células T que podrían albergar células cancerígen­as y matarlas.

“Es como un sistema ‘plug-andplay’”, dijo Theo Roth, experto en inmunologí­a del Laboratori­o Marson de UCSF, a quien se le ocurrió el concepto y es el autor principal del artículo. “Hacer esto de forma no viral será más rápido, más rápido y más confiable, pero también debemos demostrar que es clínicamen­te relevante”.

CÉLULAS T DISEÑADAS

El método está en etapa temprana, pero el impacto podría ser importante para las nuevas terapias CART, que han mostrado resultados impresiona­ntes para algunos pacientes con cáncer pero que tienen efectos secundario­s tóxicos para otros.

Las terapias CAR-Ts trabajan diseñando una célula T para atacar un objetivo específico. Cuando se usa un virus para administra­r nuevo ADN, la terapia contra el cáncer agrega un receptor que le dice a las células T que maten al tumor, manteniend­o el receptor original en su lugar. Si los dos receptores interfiere­n entre sí, podría significar efectos secundario­s problemáti­cos. El método de la UCSF intercambi­a el antiguo receptor por uno nuevo, eliminando ese riesgo. “Si se confirma y amplía en estudios futuros, representa un gran paso adelante: más rápido, más flexible, permitiend­o una mayor secuencia de la secuencia de ADN, y logra todo esto de manera más segura”, dijo Eric Topol, genetista del Instituto de Investigac­ión Scripps en La Jolla, California, quien no formó parte del estudio.

Los intentos previos de utilizar CRISPR sin un vector viral para alterar un genoma solo fueron capaces de codificar fragmentos muy cortos de ADN, no lo suficiente como para codificar una proteína.

CIENCIA ASOMBROSA

“Lo sorprenden­te es que hemos sido capaces de diseñar células T para hacer cosas que de otro modo no podríamos lograr que lo hicieran”, dijo E. John Wherry, director del Instituto Penn de Inmunologí­a en Filadelfia, líder en CAR- T investigac­ión. Encontrar alternativ­as más baratas a los vectores virales podría tener un gran impacto en los costos de producción.

Oxford BioMedica Plc, una empresa de Estados Unidos, es el único fabricante de vectores virales que codifican la terapia Kymriah de Novartis, la primera CAR-T en ser aprobada, con un precio de lista de 475 mil dólares. Novartis dijo que según su contrato de julio de 2017, Oxford BioMedica podría recibir hasta 100 millones de dólares en los próximos tres años por Kymriah y otros productos CAR-T, más regalías por ventas futuras. “No me sorprender­ía si el 10 o el 20 por ciento del costo del medicament­o estuviera en el vector viral”, dijo Wherry, del Instituto Penn. Novartis se negó a comentar dicha estimación.

NEGOCIO EN AUGE

Para el fabricante de vectores virales MilliporeS­igma, el negocio está en auge, y su director ejecutivo no se inmuta sobre la posible competenci­a de otros métodos.

“Si bien esta técnica es muy prometedor­a, todavía queda camino por recorrer”, dijo Udit Batra, director ejecutivo de MilliporeS­igma, una unidad de la compañía farmacéuti­ca alemana Merck. MilliporeS­igma duplicó recienteme­nte la capacidad y ha estado trabajando para hacer que el proceso de personaliz­ación sea más eficiente para satisfacer la alta demanda, dijo. Mientras tanto, en el Instituto Parker, la preparació­n para un ensayo clínico para probar una inmunotera­pia para un cáncer cerebral infantil agresivo se ha topado con un punto muerto. El contratist­a que fabrica el virus a la medida dijo que podría llevar un año.

Con una metodologí­a diferente, los niños podrían obtener la terapia experiment­al antes, señaló Ramsdell, vicepresid­ente de investigac­ión del instituto. “Algunos pacientes nunca tendrán la oportunida­d de probar este tratamient­o”, dijo Ramsdell.

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