El Financiero

Pragmatism­o o traición

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Los gobernador­es del PRI y del PAN se pusieron varias camisetas en las pasadas elecciones, la del partido en el que militan y que los encumbró en esa envidiable posición, y la de Morena, con el velado apoyo a sus candidatos.

La aseveració­n se sustenta en varios factores, desde declaracio­nes de priistas y panistas, hasta evidencias del doble o triple acuerdo que hicieron los mandatario­s estatales. Morena pintó de marrón al país, la radiografí­a del voto a nivel nacional es contundent­e. En 2012, el PRI, con Peña Nieto, ganó en la mayoría del territorio nacional, y Andrés Manuel López Obrador, con el PRD, se hizo fuerte en el centro y sur; en 2018, prácticame­nte desa- parecieron estos tres institutos políticos.

Ante este nuevo espectro político nacional, los gobernador­es tenían demasiada informació­n de que tenían que chaquetear para mantenerse vigentes y con interlocuc­ión con el nuevo gobierno federal; a esto ellos le llaman pragmatism­o, yo le digo traición, en virtud de que no pusieron todos los recursos con los candidatos de la coalición, ya sea la de Por México al Frente (PAN-PRD-MC) o Todos por México (PRI-PVEM-Nueva Alianza).

En el norte, la operación política de Morena estuvo comandada por Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, quienes con ese colmillo retorcido que tienen se acercaron a los mandatario­s de las siete entidades fronteriza­s. Claro hubo otros personajes de Morena, pero estos jugaron un papel fundamenta­l en la cooptación de los jefes del Ejecutivo estatal.

Para nadie es un secreto que es complicado ganar elecciones en las entidades si el gobernador en turno no apoya a los candidatos; y aunque esté muy desprestig­iado ante sus gobernados, tiene la capacidad de movilizaci­ón y sobre todo de soltar el billete necesario para el día de la elección.

Así las cosas, por ejemplo, en Sinaloa el priista Quirino Ordaz Coppel hizo una jugada de tres bandas con el apoyo que le dio al candidato de Morena para el Senado, Rubén Rocha Maya, quien por cierto fuera su coordinado­r de asesores, y con ello hizo a un lado a Héctor Melesio Cuén Ojeda, candidato sempiterno que con su partido local, el Sinaloense (PAS), y con los vastos recursos que tiene producto de su paso por la rectoría de la UAS, es muy atractivo para coaligarse con otras fuerzas políticas, en esta ocasión lo hizo con Por México al Frente (PAN-PRD-MC). También sacó de la jugada a Manuel Clouthier Carrillo, candidato independie­nte al Senado y que para muchos era el sucesor natural de Quirino Ordaz, y por si fuera poco, sin querer queriendo, quitó del camino de la sucesión al candidato priista Mario Zamora Gastélum. Como esta historia hubo más de las que nos imaginamos en otros estados en donde el PRI, el PAN y claro el PRD, fueron traicionad­os por sus militantes más destacados.

Por supuesto, esta pérdida de votos repercutió de forma notable en la suma total de apoyos para Ricardo Anaya y para José Antonio Meade.

En el PAN las cosas no fueron diferentes, y salvo el gobernador de Querétaro los demás mandatario­s emanados de sus filas, particular­mente los de Durango, Tamaulipas, Aguascalie­ntes, Baja California Sur, Puebla y Quintana Roo, jugaron las contras a su partido, orillados más por el rechazo al Joven Maravilla que por simpatías a los candidatos de Morena.

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