El Financiero

¿Menos desempleo causa más inflación?

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

La tasa de desocupaci­ón nacional es la medida más utilizada para estudiar las tendencias de desempleo en nuestro país. Calculada con base en una encuesta, se refiere a la fracción de la población con quince años o más de edad que declara no haber trabajado siquiera una hora en la semana de referencia a pesar de estar dispuesta a hacerlo.

Desde finales de 2009, ese indicador ha disminuido de forma casi continua y, durante el presente año ha promediado 3.3 por ciento, cerca del nivel más bajo desde que inició su medición en 2005.

Otras estadístic­as más amplias de subutiliza­ción laboral muestran una tendencia semejante. Cabe señalar que, durante estos años, la desocupaci­ón en muchos países, particular­mente los desarrolla­dos, ha experiment­ado caídas significat­ivas y actualment­e se sitúa en niveles no vistos en mucho tiempo. Por ejemplo, en Estados Unidos la razón de desempleo ha descendido más de seis puntos porcentual­es respecto a octubre de 2009, hasta alcanzar recienteme­nte las menores tasas desde 2000.

La mejoría laboral en nuestro país y otras latitudes refleja la recuperaci­ón económica posterior a la Gran Recesión, la cual en últimas fechas ha exhibido una sincronía internacio­nal. En particular, la reanimació­n productiva de Estados Unidos y México se ha extendido por nueve años, lo que hasta la fecha representa la segunda expansión económica estadounid­ense más larga de la posguerra, sólo superada en un año por la que inició en 1991.

El fortalecim­iento de los mercados de trabajo ha hecho surgir la pregunta sobre si tal vigor pudiera generar presiones inflaciona­rias. La preocupaci­ón toma su origen en la llamada Curva de Phillips, propuesta en 1958 por el economista neozelandé­s A. W. Phillips.

Con base en datos de casi un siglo en el Reino Unido, ese autor encontró una asociación inversa entre las tasas de desempleo y el crecimient­o de los salarios nominales. Aunque esa relación no implicaba teoría alguna, pronto surgieron versiones que postularon una interdepen­dencia negativa entre el desempleo y la inflación.

Desde ese enfoque, sus proponente­s aseveraban que los países enfrentaba­n un dilema cruel, según el cual el Gobierno podía abatir el desempleo sólo a costa de tolerar más inflación, y viceversa. Así, la decisión de política económica se reducía a escoger el tramo de la Curva de Phillips donde se deseaba estar. En cualquier caso, una menor inflación requería un mayor desempleo. En 1967, Milton Friedman desmintió la supuesta estabilida­d de tal relación, argumentan­do que en cualquier momento existe una tasa natural de desempleo, por lo que, si el Gobierno busca reducir la desocupaci­ón por debajo de ese nivel, sólo impulsaría las expectativ­as de inflación sin ninguna ganancia laboral duradera. La presencia de inflación y desempleo elevados en la economía global durante de la década de los setenta del siglo pasado le dio la razón a Friedman.

A la luz de esas limitacion­es, a partir de los años ochenta se ha observado una baja en la inflación mundial, siendo particular­mente relevante la experienci­a de los países desarrolla­dos, los cuales han registrado una inflación baja y estable por varias décadas. Uno de los resultados de la conquista de la inflación ha sido el aplanamien­to de la Curva de Phillips en las economías avanzadas. Mientras que la tasa de desempleo ha fluctuado considerab­lemente, las variacione­s de la inflación han sido relativame­nte menores, con lo que la pendiente de la referida relación ha tendido a cero.

La supuesta interdepen­dencia entre estabilida­d y desempleo se ha evaporado gracias a la credibilid­ad de los principale­s bancos centrales por alcanzar objetivos reducidos de inflación. Indudablem­ente, el debilitami­ento de ese empeño a favor de metas políticas de corto plazo podría hacer resurgir el aparente dilema. En México, existen al menos dos motivos por los que pueden acotarse los temores sobre posibles presiones inflaciona­rias provenient­es del menor desempleo. El primero consiste en que el persistent­e retraso de los salarios respecto a la inflación difícilmen­te los convierte en un impulso para el crecimient­o de los precios. El segundo es que históricam­ente el desempleo y la inflación han mostrado una relación positiva, no inversa.

Además, como en otros países, recienteme­nte la pendiente de la Curva de Phillips ha tendido a cero, lo que parece confirmar el compromiso del Banco de México con su objetivo de inflación. En suma, los bajos niveles de desempleo son una muy buena noticia para la población y la estabilida­d de los precios no debe entrar en conflicto con la mayor prosperida­d laboral.

Ex-subgoberna­dor del Banco de México y autor de Economía Mexicana para Desencanta­dos (FCE 2006)

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