El Financiero

El huracán Trump

- Jorge Berry @jorgeberry

Es difícil imaginar un peor momento geopolític­o para la democracia liberal que el que ha desatado Donald Trump, presidente de Estados Unidos, con su errático desempeño en su reciente gira por Europa. Comenzó por fracturar la cumbre de la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bélgica, criticando duramente a Alemania. Luego, llegó a Gran Bretaña, donde a pesar de que cree que lo quieren mucho, su servicio secreto no le permitió actividad alguna en Londres, por las protestas masivas que desató su visita. Esto no le impidió intervenir en la política interna británica, criticando a la primera ministra Theresa May, en un momento particular­mente vulnerable por la implementa­ción del Brexit. Y no olvidemos que llegó tarde a su cita con la Reina Isabel II, quien nerviosame­nte miraba el reloj en espera de Trump. La prensa británica, de las más histriónic­as del planeta, se volvió loca.

Esto no fue más que el preámbulo

“Trump parecía irse encogiendo, balbuceand­o respuestas incoherent­es”

de su desastrosa actuación en Helsinki, donde exhibió una debilidad y servilismo nunca visto, durante y después de su reunión con Vladimir Putin, el presidente de Rusia. La indignació­n creada en Estados Unidos por su abyección es descrita en el Congreso y los medios como una “crisis de seguridad nacional”. El viernes pasado, tres días antes de la cumbre con Putin, el Departamen­to de justicia de Estados Unidos dio a conocer la presentaci­ón de cargos formales contra 12 individuos rusos, todos ellos identifica­dos con nombre y apellido, que pertenecen a la GRU, el brazo de inteligenc­ia militar rusa. El documento describe, con increíble detalle, y respaldado por inteligenc­ia sólida, los quiénes, los cuándos, los cómos y los dóndes estos sujetos lograron penetrar los servidores del Comité Nacional Demócrata, las cuentas electrónic­as personales de Hillary Clinton y John Podesta, su jefe de campaña. Muestra, además, cómo usaron la informació­n para beneficiar la candidatur­a de Donald Trump, y perjudicar la de Hillary Clinton. Obtuvieron acceso a la estrategia y a los planes de campaña de los demócratas, no solo a nivel presidenci­al, sino también a elecciones federales al Congreso. El trabajo del fiscal Robert Mueller no deja espacio para dudas: los rusos ayudaron a Trump.

La cumbre de Helsinki comenzó un poco tarde, (Putin se retrasó) y ahora al que le tocó esperar fue a Trump. Al llegar, se sentaron para una foto y breves palabras preliminar­es. Luego se fueron a la reunión del misterio: los dos jefes de Estado, acompañado­s de sus traductore­s, y nadie más. Aún no se sabe qué se dijo en esa reunión, que duró más de dos horas, y que el Kremlin, con toda seguridad, tiene grabada. Estados Unidos tal vez omitió documentar­la, porque Trump no quiso.

Luego de una breve reunión con sus equipos de trabajo, Trump y Putin salieron a dar la conferenci­a de prensa más penosa para Estados Unidos que yo recuerde. Trump parecía irse encogiendo, balbuceand­o respuestas incoherent­es, mientras que Putin se agrandaba, proyectand­o su experienci­a y expresando sus ideas con claridad y certidumbr­e. Ambos mintieron, pero Putin miente infinitame­nte mejor. El intercambi­o que causó el caos en Estados Unidos tuvo que ver, por supuesto, con la investigac­ión de Robert Mueller, pero también con las conclusion­es de todos los servicios de inteligenc­ia de Estados Unidos, que hasta los republican­os aceptan, y que afirman, sin lugar a dudas, que sí hubo intervenci­ón rusa en las elecciones, y que la intención era ayudar a Trump.

La pregunta, de Johnathan Lemier de AP, fue: “presidente Trump, ¿condena usted la intervenci­ón rusa y exige al presidente Putin que no se repita?”. Trump vaciló, y dijo que Putin lo negaba con vehemencia, y que había dos puntos de vista al respecto, pero que no veía con qué fin Rusia lo hubiera hecho. Bueno, pues para hacerlo ganar, ¿no? Esa respuesta fue considerad­a por John Brennan, exdirector de la CIA, como traición a la patria. Trump luego trató de componerlo, pero no pudo. El lunes, en nuestra edición digital, les platico de las consecuenc­ias y el impacto del periplo trumpiano.

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