La deuda con los jóvenes
Cada vez es más apremiante ofrecer alternativas a los jóvenes, cuando se encuentran con importantes barreras para seguir estudiando o para trabajar. Uno de los programas del equipo de López Obrador que más han llamado la atención y más fácilmente suma voluntades, es el que se refiere a la incorporación de jóvenes a un sistema de apoyo con el concurso de las empresas. En realidad, la garantía a ambos derechos ya la marca desde hace tiempo la Constitución y también diversos instrumentos signados por México. Es claro que no ha bastado. Es claro que hay una grave deuda con los jóvenes.
De lo que se desprende en lo afirmado por AMLO y Luisa María Alcalde, su propuesta para encabezar la Secretaría del Trabajo, el gobierno federal transferirá lo correspondiente a un sueldo/beca (que va de 2,400 pesos a 3,100 mensuales, dependiendo cuál declaración se use como referencia) a las empresas, de manera que los jóvenes del programa se integren a los equipos de trabajo y crucen por una experiencia de capacitación.
La esperanza que suscita el programa de “Jóvenes Construyendo el Futuro” (o la parte de él que funciona con los aprendices en las empresas) se tiene que corresponder con la solidez de lo que se defina para su operación.
Yo propondría preguntarse al menos lo siguiente: ¿Cómo se entera el joven del programa, si justo no estudia ni trabaja? Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero ¿Es una campaña en medios, promotores callejeros o de visita domiciliaria, stands en centros comunitarios, mercados, plazas, terminales, todas las anteriores?
¿Cómo se inscribe y cuánto tiempo pasa antes de que se deba presentar en el trabajo? ¿Quién levanta el perfil, cómo se certifica identidad y domicilio; da igual si está o no como beneficiario de algún otro programa social? ¿Hay una especie de “oficio de presentación” como el de los profesores recién contratados? Muchas preguntas, lo sé. Pero se necesitan muchas respuestas. Los jóvenes no son realmente apoyados si los apoyos no son sólidos.
Lo que no necesitan los jóvenes es que los vuelvan a engañar con promesas sin sustancia para ir saldando una gran deuda. Hay que convocar a lo mejor del talento nacional y recuperar lo mejor de las experiencias ejemplares para hacer un programa piloto, ajustar y ejecutar. Sí se puede, pero no con declaraciones, sino con planes concretos y pasados por el tamiz de la crítica.