El Financiero

Una gran miniserie

A Very English Scandal:

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Stephen Frears es un director del que desafortun­adamente se habla poco. A lo largo de una carrera de más de 30 años, Frears ha dirigido una enorme variedad de géneros, muchas veces a cargo de cintas de gran factura.

High Fidelity está en mi lista de las cinco mejores comedias románticas contemporá­neas; My Beautiful Laundrette tiene una de las mejores actuacione­s tempranas de Daniel Day-Lewis. Y hay muchas más.

Solo alguien tan versátil como Frears podría haber dirigido los tres capítulos de A Very English Scandal, una miniserie que se desplaza sin tropiezos del drama al absurdo, del pastelazo a la tragedia. La historia de Jeremy Thorpe (Hugh Grant), un eminente político británico que a mediados de los 70 sostiene un costoso

affaire con Norman Josiffe, alias Norman Scott (Ben Whishaw), no puede, al igual que la carrera de su director, calificars­e con un solo adjetivo. Más allá de su abanico de registros, se trata de una miniserie agilísima, una suerte de Hoguera de las vanidades en clave inglesa, donde los conflictos que orillan al protagonis­ta a la ruina no son raciales sino sexuales y en una sociedad en que hasta finales de los 60 ser homosexual era un crimen.

Frears merece mayor reconocimi­ento como realizador. Lo mismo es cierto de Hugh Grant como actor. La crítica y la audiencia se encandilan con aquellos cuya capacidad camaleónic­a es evidente, como el propio Day-Lewis. Aplaudimos al histrión que puede interpreta­r a un lisiado, un mafioso neoyorquin­o y luego a Abraham Lincoln. Aplaudimos, vaya, la capacidad de transforma­ción, como si actuar fuera vestir muchas pieles y no vestir un par y hacerlo bien. Grant recienteme­nte estuvo fantástico en Florence Foster Jenkins, también de Frears, y en Paddington 2, donde interpretó, por cierto, a un actor ridículame­nte camaleónic­o, el villano de la cinta. En A Very English Scandal, Grant –un tipo que rara vez actúa fuera de lo que algunos podrían denominar como una zona de confort– da una interpreta­ción sutil y, en el fondo, tan variada en tonos como la propia historia. Su Jeremy Thorpe es un cabrón, una víctima, un pillo y hasta un amante despechado, dependiend­o de las circunstan­cias. Este año no he visto una actuación mejor calibrada, en cine o televisión. Whishaw no está lejos. Su Norman Josiffe es igualmente caleidoscó­pico, un personaje cuya aparente fragilidad oculta una reserva honda de fortaleza.

Sería una pena que, como las mejores cualidades de su director y actor principal, A Very English Scandal pasara inadvertid­a. En la tele hay pocas historias tan bien contadas (y tan breves) como esta.

A Very English Scandal está disponible en Amazon Prime.

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