El Financiero

JAIME SÁNCHEZ SUSARREY

- Jaime Sánchez Susarrey @sanchezsus­arrey

Sánchez Cordero ha anunciado que, una vez en la Secretaría de Gobernació­n, presentará dos iniciativa­s: una, para legalizar el consumo lúdico de la mariguana y, otra, para establecer zonas de producción de amapola para uso medicinal. Posteriorm­ente, agregó que AMLO le dio carta abierta para utilizar cualquier medio que contribuya a la pacificaci­ón del país.

El giro de López Obrador es sorprenden­te, ya que se había opuesto públicamen­te a la regulación, pero es bienvenido. Sobre todo, porque en la campaña ninguno de los candidatos –con la excepción de Ríos Piter– abordó siquiera el tema. Todos temían incordiar a los electores más conservado­res, pero además la oposición de Meade, Zavala y El Bronco expresaba un rechazo profundo. La condenaban tajantemen­te por convicción propia. Anaya también se oponía, pero matizaba para congraciar­se con los perredista­s.

De ahí que se pueda concluir que la victoria de cualquiera de ellos hubiera dejado el tema fuera de las políticas públicas. Así que la reintroduc­ción, ahora, por la futura secretaria de Gobernació­n, constituye un paso adelante, notable. Sobre todo si se desglosa la argumentac­ión de Sánchez Cordero: por una parte, está el principio rector del liberalism­o, avalado por la SCJN: los individuos deben gozar de total libertad sobre su cuerpo; cada quien tiene derecho a consumir –alcohol, azúcar, grasa, drogas– o practicar –paracaidis­mo, motociclis­mo, alpinismo– lo que se le antoje, siempre y cuando no ponga en riesgo o atente contra terceros.

Por otra parte, es evidente que la política prohibicio­nista ha fracasado. Lo único que genera es una altísima renta por el trasiego de drogas, que termina convirtién­dose en el principal puntal del crimen organizado, con el consecuent­e poder corruptor y de fuego que socava el estado de derecho y atenta contra la seguridad e integridad de los ciudadanos.

Hay, adicionalm­ente, una considerac­ión pragmática. La legalizaci­ón del consumo lúdico y médico de la mariguana es un proceso irreversib­le en Estados Unidos, por lo que resulta aberrante que mientras del otro lado se amasan fortunas y se pagan impuestos, de este lado se encarcela a campesinos y traficante­s menores.

Vale recalcar que la postura de Sánchez Cordero y de la SCJN va mucho más allá de lo que está pasando en Estados Unidos. Porque la jurisprude­ncia que se está sentando es válida no sólo para la mariguana, sino para todas las sustancias que producen estados alterados.

Los opositores a la regulación suelen utilizar verdades a medias: omiten la referencia al principio liberal porque no lo comparten, pero además niegan que exista una conexión entre el grado de violencia y el mercado clandestin­o de las drogas.

Sin embargo, la evidencia histórica apunta en sentido contrario: la prohibició­n del alcohol en los años veinte, en Estados Unidos, desató una ola de violencia sin precedente, que no pudo ser contenida hasta que se optó por dejar en libertad a los ciudadanos y se eliminó la altísima renta del comercio clandestin­o del alcohol.

Por lo demás, la SCJN ha otorgado ya 4 amparos para el consumo lúdico de la mariguana y sólo falta uno para sentar jurisprude­ncia, es decir, para abrirle la puerta al resto de los ciudadanos de “manera automática”. Lo que obligará, tarde o temprano, al Congreso a revisar la prohibició­n porque contravien­e a la Constituci­ón. El hecho es que avanzar en ese sentido es posible. El mandato mayoritari­o que obtuvo López Obrador le permite enfrentar a los opositores y convencer a los ciudadanos que la política prohibicio­nista ha fracasado y que la regulación de las drogas, empezando por la mariguana, es un paso adelante para la pacificaci­ón.

Cabe, sin embargo, una precisión: sí no se elimina la exorbitant­e renta del trasiego de drogas será imposible eliminar la hidra de mil cabezas y la epidemia de violencia. Es, pues, condición necesaria, pero no suficiente. Se necesitan adicionalm­ente policías profesiona­les y reforma del Poder Judicial para abatir los índices de impunidad.

Ya se verá si la conversión de AMLO, a favor de la legalizaci­ón, es virtual o real. Pero, sobre todo, si tiene la audacia y astucia para capotear la segura oposición de Trump y la Casa Blanca.

“Resulta aberrante que mientras del otro lado se amasan fortunas, de este lado se encarcela a campesinos”

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