El Financiero

El futuro de Latinoamér­ica empieza con la Alianza del Pacífico

- Jason Marczak Opine usted: economia@ elfinancie­ro.com.mx

Con la conclusión de la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico en Puerto Vallarta, es evidente que este bloque es el futuro y ofrece una oportunida­d exponencia­l para el presidente electo, López Obrador. Es cierto que la Alianza ha hecho mucho en los últimos años. No obstante, la incertidum­bre comercial a nivel mundial muestra una vez más la importanci­a de este grupo comprometi­do a encontrar prácticas avanzadas para mejorar sus países.

La Alianza, a la que pertenecen México, Colombia, Perú y Chile, se ha convertido en el bloque económico latinoamer­icano más codiciado por inversores extranjero­s. En sus pocos años de existencia, el grupo ha alcanzado niveles impresiona­ntes de eliminació­n arancelari­a y armonizaci­ón de estándares—motivos por los que cuenta hoy con 55 estados observador­es.

Igualmente—o quizás más— importante fue la asistencia a esta cumbre de los jefes de estado de Mercosur, el bloque comercial sudamerica­no que consiste de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Aunque faltan cuatro meses para su toma de posesión, ya queda claro que AMLO tendrá en su sexenio la oportunida­d de marcar un rumbo nuevo para las relaciones comerciale­s de México—y de toda la región latinoamer­icana. Al apoyar una convergenc­ia de Mercosur con la Alianza del Pacífico, AMLO podrá cumplir con sus propias promesas de campaña y al mismo tiempo ayudar a América Latina a alcanzar su potencial comercial.

Electo en un contexto de incertidum­bre—impulsado por EU— en el comercio global, AMLO hizo campaña a favor de la diversific­ación de las relaciones comerciale­s de su país, y pidió mayor integració­n de México con América Latina.

Cuesta imaginar un paso más decisivo hacia estos dos objetivos que defender la integració­n Mercosur-Alianza del Pacífico. Juntos, los dos bloques representa­n el 81% del PIB de América Latina y más del 90% de sus flujos de inversión extranjera directa. Debido a las ganancias incuestion­ables que traería una unión de las dos áreas económicas, recienteme­nte se ha visto una serie de gestos de acercamien­to entre sus estados miembros. Y no es para menos, visto que las exportacio­nes intrarregi­onales representa­n apenas el 20% del total de exportacio­nes latinoamer­icanas—muy por debajo del 60% en Europa y el 50% en Asia Oriental.

Pero la utilidad de una convergenc­ia va más allá del mero incremento del comercio intrarregi­onal. Para México y sus socios en la Alianza del Pacífico, habrían tres ventajas principale­s. Primero, lo obvio. Los cuatro países, claro está, disfrutarí­an de un mayor acceso a los mercados del Mercosur. Para México, en particular, como gran consumidor de maíz y fabricante de automóvile­s, Brasil y Argentina, con sus sectores agrícolas avanzados y mercados automovilí­sticos enormes, son parejas ideales. Segundo, la integració­n de los bloques proporcion­aría a las empresas mexicanas mayor competitiv­idad en el mercado mundial. La armonizaci­ón de estándares en todas las principale­s econocer mías de América Latina posibilita­ría las cadenas integradas de suministro y de valor que tanto necesita la región. México, que hoy cuenta con innumerabl­es empresas avanzadas y orientadas al mercado como resultado de varias décadas de política económica liberal, sería entre los mayores beneficiar­ios de estos nuevos vínculos.

Y tercero, como AMLO pretende impulsar su sexenio apuntando hacia la diversific­ación global, la convergenc­ia de los dos bloques le daría a él—y a todos los miembros del Mercosur y la Alianza del Pacífico—una posición más fuerte para negociar nuevos acuerdos.

Todo esto cobra aún más importanci­a frente a la expansión china en el hemisferio. El comercio e inversión provenient­es de China sí deben ser bienvenido­s en América Latina, pero la naturaleza única de la economía del país asiático significa que los términos de las relaciones importan, y mucho. México disfrutará de mucho más poder de negociació­n como parte de un bloque unido de ocho países—y con un PIB de casi 5 billones de dólares.

Y más allá de los beneficios inmediatos y tangibles, la convergenc­ia Mercosur-Alianza del Pacífico tendría una importanci­a singular como paso intermedio hacia una meta más ambiciosa. Un reciente informe del Banco Interameri­cano de Desarrollo evalúa el impacto de un eventual tratado de libre comercio que abarque a toda América Latina. Esta posibilida­d nos puede pare- muy lejana hoy, pero proyectos similares ya están en marcha en África y Asia Oriental.

El informe calcula que una área de libre comercio que se extienda desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego podría aumentar el comercio intrarregi­onal latinoamer­icano por unos 11 mil millones de dólares al año. Además, la región se vería notablemen­te menos vulnerable a los choques externos y la turbulenci­a en el comercio global. La medida de más alto impacto para hacer realidad esta propuesta, según subraya el informe, sería la integració­n de la Alianza del Pacífico con el Mercosur.

Como próximo mandatario de la mayor economía de la Alianza del Pacífico, AMLO tendrá la oportunida­d de encabezar el proyecto más ambicioso de integració­n comercial latinoamer­icana hasta la fecha. Es un proyecto en perfecta consonanci­a con sus prioridade­s domésticas, el actual contexto político regional y el actual contexto de comercio global. Si es realizado, este proyecto llevará a Latinoamér­ica al borde de una nueva época de productivi­dad, rentabilid­ad y prosperida­d. Y ahora, mientras AMLO se prepara para su tan esperada presidenci­a, la pelota está en el lado de México.

Jason Marczak es director del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council en Washington, que pronto inaugurará una nueva iniciativa con enfoque en Mercosur y la Alianza del Pacífico. Es coautor del informe

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