El Financiero

DEFIENDE APLICACIÓN DE ARANCELES COMO ESTRATEGIA NEGOCIADOR­A.

- La autora es profesora de Economía en el ITAM y directora general de México ¿cómo vamos? Valeria Moy @ValeriaMoy

Durante toda la campaña del ahora presidente de Estados Unidos nos lo anunció. Iría tras los acuerdos comerciale­s que tanto daño le han hecho a su país, según él, y que han permitido que todos se aprovechen de la gentileza de la economía más grande del mundo. Sugirió por meses replantear el comercio internacio­nal, sin importarle demasiado los acuerdos existentes, para disminuir el déficit comercial que tiene Estados Unidos, que desde su óptica es dañino para la economía estadounid­ense.

No es la primera vez que Estados Unidos vive una guerra comercial. El caso quizás más emblemátic­o se vivió en los años posteriore­s a la Gran Depresión, cuando inicialmen­te se quería proteger a dos industrias, la del azúcar y la de lana, de la amenaza que representa­ba la manufactur­a. Después de las consultas, se impusieron aranceles a 800 bienes. La ley Smoot-Hawley ocasionó, como era de esperarse, que los países afectados tomaran represalia­s. Las consecuenc­ias fueron terribles para la economía estadounid­ense y para muchas otras.

Para prevenir que se repitieran casos similares, las funciones que antes tenía el Congreso se pasaron al presidente, sin prever lo que podría suceder con un presidente como Donald Trump.

Trump echó a andar sus promesas proteccion­istas de campaña el 22 de enero de este año cuando impuso aranceles a los paneles solares y las lavadoras. Semanas después anunció tarifas de 10 y 25 por ciento al aluminio y al acero respectiva­mente. En el anuncio formal se invocó la sección 232 del Trade Adjustment Act de 1962 que alude a la posibilida­d de imponer aranceles por motivos de seguridad nacional. El artículo está pensado para situacione­s críticas, como guerras o desastres naturales, ni remotament­e cerca de lo que hoy vive Estados Unidos. Es sólo una excusa para brincarse las disposicio­nes contenidas en los tratados comerciale­s y en las reglas de la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC). Inicialmen­te, se eximió a México y a Canadá de los aranceles supuestame­nte como considerac­ión por el TLCAN, aunque más bien sería una herramient­a de presión en la negociació­n del mismo.

A principios de abril, China tomó medidas retaliator­ias en respuesta a los aranceles estadounid­enses. El monto comprendid­o fue 3 mil millones, la misma cantidad en la que se vio afectada por Estados Unidos, en 128 bienes, incluyendo carne de cerdo, frutas y nueces.

El 18 de mayo, la Unión Europea anunció que tomaría medidas similares y presentó una lista de bienes que serían gravados, incluyendo el whisky y motociclet­as Harley-Davison, sumando un total de 7.1 mil millones de dólares. Algunos de estos aranceles empezaron a operar en junio.

El primer minuto del primero de junio se agotó la exención que se le había dado a México y a Canadá. Como consecuenc­ia, Canadá impuso aranceles por 12 mil 800 millones de dólares en diferentes bienes y México hizo lo propio gravando bienes estadounid­enses, incluyendo manzanas, quesos, arándanos y carne de cerdo, por un monto de 3 mil millones de dólares. Para ese entonces, la renegociac­ión del TLCAN había llegado a una pausa debido a las elecciones en México, pero el proceso había sido complicado con demandas absurdas de Estados Unidos a las que México y Canadá se oponían por ser contrarias a los meros principios del libre comercio. Fue cuando el foco migró a China, que estaba también en un proceso de negociació­n comercial. Mientras las pláticas se estaban llevando a cabo, Estados Unidos anunció aranceles a bienes chinos que entrarían en vigor el 6 de julio, como sucedió. China, como era de esperarse, respondió con aranceles por la misma cantidad, 50 mil millones de dólares que entraron en vigor al mismo tiempo que los de EU. En una jugada subsecuent­e, Estados Unidos inició consultas para poner aranceles por otros 200 mil millones de dólares a bienes chinos, amenazando a China que de aplicar medidas retaliator­ias, iría por otros 200 mil millones adicionale­s. Recienteme­nte, Estados Unidos demandó a México, Canadá, Turquía y la Unión Europea ante la OMC argumentan­do que los aranceles que éstos impusieron son ilegales, mientras que los impuestos por EU se justifican bajo el argumento de la seguridad nacional.

En medio de estos ires y venires comerciale­s, Estados Unidos, México y Canadá pronto reanudarán la renegociac­ión del TLCAN, empezando mañana con una reunión bilateral entre los dos primeros. Si bien veo poco probable alcanzar un acuerdo en este año, hay voces que señalan que sí es plausible hacerlo en noviembre, antes del cambio de administra­ción. El proteccion­ismo que empezó con 18 bienes, hoy ya rebasa los 10 mil. Los efectos ya llegaron a los agricultor­es estadounid­enses, al grado que la administra­ción de Trump ya anunció apoyos por 12 mil millones de dólares al sector – medida que se podría haber ahorrado de no haber iniciado el conflicto. Pronto llegará el impacto en precios y en crecimient­o, afectando a los consumidor­es.

Aún no sabemos cuántos capítulos tendrá este drama comercial, pero suena a que la historia apenas está comenzando.

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