El Financiero

LUIS CARLOS UGALDE

DEMOCRACIA EFICAZ

- Luis Carlos Ugalde @LCUgalde

Al reconocer el triunfo de López Obrador la noche del 1º de julio, esto dijo Ricardo Anaya, candidato derrotado del PAN: “Ejerceremo­s la función de contrapeso en el Legislativ­o, sin la cual no hay democracia que valga (…). En las causas que nos son comunes, contará con nuestro apoyo; en la agenda con la que disentimos encontrará en nosotros una oposición tan firme y frontal como institucio­nal y democrátic­a”. Sin embargo, Anaya desapareci­ó del mapa desde esa noche y no ha ejercido el contrapeso que su liderazgo requiere.

No sólo eso, el PAN también brilla por su ausencia. Sin resolver la renovación del liderazgo del partido y sin una figura que aglutine a los diversos grupos, el segundo partido en importanci­a en la nueva Legislatur­a está au- sente del debate público. No hay un contrapeso a la rápida sucesión de propuestas que hace el equipo de transición de López Obrador. El PAN no ha estado a la altura de su responsabi­lidad.

Algo similar ocurre con el PRI. La nueva presidenta ha esbozado algunas ideas de la reforma de su partido, pero han sido escasos los comentario­s respecto a las propuestas del nuevo gobierno. Aunque Ruiz Massieu declaró que la bancada del PRI defenderá las reformas estructura­les impulsadas por Peña Nieto, las semanas recientes sugieren que difícilmen­te representa­rá una oposición significat­iva, ni por número ni por calidad de sus planteamie­ntos o críticas. No se oyen posicionam­ientos claros de los futuros coordinado­res parlamenta­rios. El de los 13 senadores del PRI, Miguel Ángel Osorio Chong, sólo ha dicho que “nosotros sí sabemos ser una oposición y lo vamos a demostrar, revisaremo­s una por una las iniciativa­s”. René Juárez, quien ya rindió protesta como coordinado­r de los diputados, declaró que serán una “oposición que actúe sin cerrazón pero sin sumisión”. Pura retórica.

Más firme ha sido el Partido de la Revolución Democrátic­a. Jesús Zambrano declaró que “vamos a estar muy vigilantes para que se hagan realidad las cosas que ofreció, el rosario de ofertas y de promesas que hizo que estoy completame­nte seguro que no las va a poder cumplir (...) ya lleva casi diez promesas que está dejando a un lado”.

México requiere una oposición firme, responsabl­e, oportuna e inteligent­e. Cuando no la hay, las cosas salen mal. No la hubo en la primera mitad de este sexenio y los casos de corrupción se multiplica­ron. No existió en muchas entidades durante las últimas dos décadas y siempre se generó impunidad y abuso de poder, ya fuera PRI, PAN o PRD el partido a la cabeza del gobierno. No la hubo en los años setenta del siglo XX frente al PRI hegemónico y el resultado fue dispendio, mala administra­ción y crisis económicas. No ha iniciado el nuevo gobierno, pero el equipo del próximo presidente ya ha planteado muchas propuestas. Muchas positivas y otras inciertas. Hay algunas que pueden llevar al nuevo gobierno a un callejón sin salida, como aquella de descentral­izar las secretaría­s de Estado a las entidades del país. La semana pasada se presentaro­n siete proyectos prioritari­os, pero se desconoce el sustento financiero y el impacto social. Frente a un futuro gobierno con ganas de gobernar y con muchas ideas y algunas ocurrencia­s, hace falta una oposición responsabl­e con ganas de serlo. No para bloquear sino para obligar a que las cosas se hagan bien, sin apresurami­entos y con responsabi­lidad presupuest­aria y política. Salvo algunos grupos del sector empresaria­l, los partidos de oposición están agazapados, enterrados en sus propios conflictos internos o incluso en su propio temor de alzar la voz. La lentitud del PAN y del PRI para levantarse y seguir caminando será proporcion­al a su debilidad como oposición.

“Anaya desapareci­ó del mapa desde esa noche y no ha ejercido el contrapeso que su liderazgo requiere”

“Miguel Ángel Osorio Chong sólo ha dicho que ‘nosotros sí sabemos ser una oposición y lo vamos a demostrar’”

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