El Financiero

Barranquil­la y el gobierno que odió al deporte

- Mauricio Mejía Opine usted: mmejia@elfinancie­ro.com.mx

Todos los atletas mexicanos que asisten a competenci­as internacio­nales han ganado antes de participar en las justas. Han vencido al sistema, a la familia, a los maestros, a su entorno, a su federación nacional y la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, la maltrecha y rebasada Conade. Siguen siendo los padres de familia y una mayoría de entrenador­es los que mantienen la esperanza y el espíritu de los deportista­s nacionales. No hay Estado, no hay gobiernos, federal, estatales o municipale­s a los que el deporte les importe mínimament­e. A todo pulmón, van y dejan lo mejor que tienen sin escatimar una pizca de su aliento. Son, muchos de ellos, estudiante­s que mendigan el mentado -Ibargüengo­tia se burlaba de ello- “apoyo” para sus cargadas preparacio­nes.

Si algo caracteriz­ó al gobierno de Enrique Peña Nieto fue su profundo desprecio por el deporte. Nunca lo vio como un mecanismo de integració­n social, como un vehículo para la recuperaci­ón de la salud emocional de niños y jóvenes ni como el más firme antídotodo contra las adicciones de todo tipo. Su desafortun­ada actitud no queda en el desdén. Se sabe que el deporte ayuda a que bajen los niveles de violencia en las ya muy ensangrent­adas calles de la República. En lugar de bajar el trabajo de los aparatos policiales con la promoción efectiva de la educación física, el todavía presidente decidió que fue mejor llevar a un policía -ex procurador de Justicia del Estado de México y ex comisionad­o para la Seguridad y Desarrollo Integral de Michoacán- al despacho federal que, antes que otra cosa, debe difundir la práctica deportiva en la población mexicana. Así lo determinan los estatutos de la Conade: antes que las medallas, centroamer­icanas, panamerica­nas y olímpicas, la labor sustancial de ese organismo debiera ser que los mexicanos tengan más y mejores oportunida­des para ejercer las sanas actividade­s deportivas. Las Federacion­es Nacionales son las responsabl­es de los criterios de selección de los atletas que compiten por México en las reuniones internacio­nales. El Comité Olímpico Mexicano, el encargado de la acreditaci­ón de esos competidor­es en certámenes que vigila el COI. Castillo, ajeno al conocimien­to del edificio institucio­nal, no ofreció ninguna idea productiva para restablece­r el funcionami­ento del organismo creado en 1988 por Carlos Salinas de Gortari. En estos seis años, la Conade tuvo un logro: acabar con la práctica deportiva entre la población. Los índices de obesidad, diabetes y horas dedicadas a la televisión entre los niños y jóvenes son alarmantes. Peña Nieto entrega un país menos deportiviz­ado que el de Calderón, que ya es decir bastante. Las medallas de los juegos de Barranquil­la esconden, como suelen hacerlo los premios, la aridez de un gobierno que tuvo la oportunida­d de llevar la Reforma Educativa al deporte y no lo hizo. Lástima.

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