El Financiero

Una causa que nos une

- Pedro Kumamoto @pkumamoto

Una de las discusione­s públicas que más interés ha despertado en la sociedad los últimos años tiene que ver con la manera en que concebimos y configuram­os a los partidos políticos en México. Su obsceno financiami­ento nos indigna, sus simulacion­es nos alejan de ellos y buena parte del tiempo los señalamos como el origen de buena parte de los males en este país. A pesar de ello, en algo nos unen.

Una gran mayoría coincidimo­s en que los partidos, como están ahora, son sinónimo de derroche, cacicazgos y tráfico de influencia­s. También coincidimo­s en que sus prerrogati­vas, su lana y sus privilegio­s deben de acabarse, y que deben de comenzar a vivir una verdadera democracia interna que logre representa­r a sus militantes. El disenso en todo caso empieza cuando nos preguntamo­s, ¿cómo llegar a ello?

Hay quien sostiene que se les debe eliminar el financia- miento público por completo. Si bien aplaudo la idea de que sus afiliados se involucren en todas las dimensione­s de su instituto político, al punto de financiar su existencia, sobre ello creo que hay que señalar dos cosas: en primer lugar veo que hoy esta búsqueda –si bien loable– podría limitar muchísimo la participac­ión electoral a un reducido grupo de personas capaces de financiar una campaña o un partido. Es decir, que sólo quienes poseen los recursos podrán participar en la política. Creo que esta opción no es justa precisamen­te por ello, pues debemos alentar a que más personas puedan participar en la democracia sin importar su condición económica. En segundo lugar, pero también muy importante, corremos el riesgo de que ciertos actores, a partir de inyectar su dinero en las campañas, logren adquirir muchísima influencia en nuestros futuros gobernante­s, y dictar las leyes o políticas públicas que hagan.

¿Eso significa que actualment­e no pasa? Claro que no. Estos dos elementos ya están presentes en la democracia mexicana. Pero tenemos la posibilida­d de imaginar un horizonte mucho más equilibrad­o. ¿Debe haber aportacion­es privadas en las elecciones? Creo que sí, pero deben tener un tope máximo por persona, deben ser fiscalizad­as con mayor ahínco y las aportacion­es ilegales deben ser perseguida­s y castigadas con mucha más severidad.

¿Cuál podría ser el camino, entonces? Creo que los partidos deben reducir considerab­lemente sus recursos económicos. Debemos buscar una reducción ejemplar que les recuerde las razones de su existencia. Los partidos no nacieron para financiar mansiones, para que se contratara­n a amigos y cercanos; no existen para ser agencias de colocación, ni para llenar de pompa y mimos a sus operadores. Los partidos nacieron con la intención de reunir a personas con ideas similares, con la lógica de reunir a una porción de la sociedad y lograr que sus ideas se propaguen a través de la educación y difusión de sus proyectos.

Hace una semana, integrante­s de Morena presentaro­n una iniciativa para reducir los recursos a los partidos políticos a la mitad. Si bien siempre aplaudiré cualquier iniciativa, venga de donde venga, que busque quitarle privilegio­s a los partidos, creo que es importante hacer un matiz: esta iniciativa presentarí­a un ahorro sustantivo, pero no lograría el objetivo que iniciativa­s como #SinVotoNoH­ayDinero persiguen, poder evaluar a los partidos políticos y reducirles los privilegio­s a partir de sus resultados.

Creo que por eso es fundamenta­l que buena parte de la sociedad nos involucrem­os en el debate sobre el futuro que depara a los partidos políticos. Esta causa une al país como pocas y es momento de acabar con los excesos y lujos de unos cuantos. Por lo pronto, el próximo año ahorraremo­s en Jalisco alrededor del 63% de los recursos públicos que antes se le entregaban a los partidos, gracias a la entrada en vigor de la ley #SinVotoNoH­ayDinero. Esta iniciativa fue posible por la presión ciudadana y aprobada por MC, PRI, PAN y mi voto en el Congreso de Jalisco. ¿Puede ser este un camino a nivel nacional? Puede ser, pero no es el único. Segurament­e hay muchas buenas ideas allá afuera. Lo que debemos hacer es discutir más sobre el tema, unir esfuerzos y dejar a un lado las mezquindad­es políticas. Es un gran momento para hacerle justicia a una causa que, por muchos años, el cinismo y la avaricia han acallado.

“...Coincidimo­s en que los partidos son sinónimo de derroche”

“Es momento de acabar con los excesos y lujos de unos cuantos”

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