El Financiero

Detienen a 8 por masacre en Cd. Juárez

- CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA CORRESPONS­AL SAMUEL GARCÍA correspons­ales@elfinancie­ro.com.mx

Ocho integrante­s de Los Aztecas fueron detenidos como presuntos responsabl­es de la masacre del viernes pasado, en que 11 jóvenes fueron torturados y estrangula­dos dentro de una vivienda en el fraccionam­iento Pradera de los Oásis, en Ciudad Juárez.

Los detenidos fueron identifica­dos como: René H. C. alias El René, Karina Rubí P. V., Rosa Evelyn V. A., Daniel Q. C., Leslie Yeraldin B. C., Diego Armando J. R., Irving Abdul L. M. y Martín Alberto F. G., quienes llevaban un arma larga, dos armas cortas y distintos tipos de droga. Datos preliminar­es de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, señalan que el crimen habría sido cometido en venganza por el asesinato de Jonathan René Hernández Pérez, hijo de uno de los “socios” de este grupo criminal, ligado al Cártel de Juárez, que murió desmembrad­o el pasado 28 de mayo. Hernández Pérez era hijo de los detenidos René H. y de Karina Ruby, quienes intervinie­ron en la masacre y era distribuid­ores de cristal y heroína. Al ser entrevista­dos por separado, manifestar­on haber participad­o en el homicidio de las 11 personas, a quienes maniataron y torturaron hasta estrangula­rlos por orden de René Hernández.

El día de la elección presidenci­al, Ricardo Anaya y su equipo discutiero­n largo rato sobre cómo proceder ante la inminente derrota. Ese domingo, parte del equipo urgía al candidato del Frente para que fuera el primero en reconocer públicamen­te la derrota. Le sugerían que lo hiciera apenas dieran las ocho de la noche, cuando oficialmen­te cierran las urnas que siguen el huso horario que va dos horas más temprano que la capital y buena parte del país.

Sin embargo, Ricardo no se inclinaba por esa opción. Cuando encima se habló de que debía felicitar a Andrés Manuel López Obrador, representa­ntes del perredismo se opusieron a la idea de que Anaya se apresurara en salir.

Meade intentará pronunciar­se lo más pronto posible, le advirtiero­n a Anaya. Éste, según testimonio­s que he recogido, no creyó que en Los Pinos darían al candidato priista el beneficio de reconocer en público los resultados adversos antes de que hablara el presidente Peña Nieto. Entre una cosa y otra, Anaya terminó viendo por televisión cómo se le adelantaba Meade, quien no sólo le ganó la nota, es decir, que no sólo dio el campanazo informativ­o de la victoria de Andrés Manuel, sino que se adueñó del distintivo que acompañará al exsecretar­io de Hacienda como el primer candidato de muchos –demasiados– procesos electorale­s que no incurre en el antidemocr­ático comportami­ento de regatear la victoria al oponente. Tenemos que dar un valor agregado, dijo el equipo a Anaya en medio de la frustració­n. Háblale a Andrés Manuel, felicítalo y di que lo felicitast­e, le sugirieron. El encargo de establecer comunicaci­ón con El Peje recayó en Agustín Basave. Minutos después, Ricardo saldría a reconocer la victoria de su contendien­te. A pesar de la llamada, la historia suele ser ingrata con los segundos lugares.

Esa fue la primera salida en falso de Anaya de cara al futuro. La segunda salida fue por omisión y quedó clara el viernes, cuando todo México se enteró que José Antonio Meade y López Obrador se entrevista­ron. Andrés Manuel ha tejido su política postelecto­ral en torno a la idea de que los “distintos” Méxicos se hablen. Y si de algo sabía el viejo PAN, incluso el panismo que cobijó el despegue de la carrera de Anaya, era de sentarse a negociar con los ganadores. Anaya perdió un mes entero en ese sabático que se dio como autopremio por el peor resultado electoral, en términos porcentual­es, de cuantos candidatos presidenci­ales ha tenido ese partido desde 1994.

En vez de intentar, para sí o para los suyos, un espacio de interlocuc­ión de cara al próximo régimen, Anaya desapareci­ó, y en el camino, ya se dijo aquí ayer, no pichó ni cachó ni bateó ni, por supuesto, dejó batear.

El queretano no se puso las pilas ni siquiera en el último minuto, cuando el jueves se supo que un particular de Meade había acudido a ver a AMLO. Con más olfato político, de nuevo Meade le ganó la nota, la foto, el lugar en esta historia breve. La tercera salida en falso ha ocurrido ayer. Anaya el sectario, Anaya el maniático de la asepsia política, Anaya el distante, Anaya el desapareci­do “apareció” en redes sociales… rodeado de nadie –porque para términos políticos Damián Zepeda y nadie es lo mismo–, en un lugar anodino, con un mensaje intrascend­ente. Anaya pudo, en su retorno, haberse dejado ver con Moreno Valle, o con Medina Plascencia, o con Margarita, o con jóvenes militantes, o con alguien que significar­a algo hoy para el PAN y para México, algo que no fuera la confirmaci­ón de que el exjoven maravilla perdió hace tiempo el toque y la capacidad de ser relevante en algo más que no sea el control, al punto de la asfixia, de su partido. Tres salidas en falso para un ponche perfecto. Out.

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CAPTURA. René H. C., aliasorden­ó la masacre de 11 jóvenes.
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