El Financiero

Compromiso­s: ¿cómo cumplirlos?

- Mariano Ruiz Funes Opine usted: mruizfunes@gmail.com @ruizfunes

Los retos que enfrenta el presidente electo no son menores, particular­mente a la luz de las expectativ­as (¿esperanzas?) que ha generado, como lo señalan tanto diversas encuestas post-electorale­s como los índices de confianza del consumidor y del sector empresaria­l que levanta el INEGI.

De los 25 proyectos y programas prioritari­os que resumió AMLO esta semana, y que ha estado anunciando desde el 1º de julio, en el ámbito agropecuar­io destacan el apoyo a los cultivos básicos para alcanzar la soberanía alimentari­a, la rehabilita­ción de una empresa pública de fertilizan­tes y el otorgamien­to de créditos ganaderos a la palabra. Además, se considera la edificació­n de caminos rurales con uso intensivo de mano de obra, sobre todo en Oaxaca, que correspond­e a las atribucion­es de Comunicaci­ones y Transporte­s, pero sin duda incide en el ámbito rural; la siembra de un millón de hectáreas con árboles frutales y maderables, que aparenteme­nte se asignará a la Socio Fundador de GEA Grupo de Economista­s y Asociados Secretaría de Desarrollo Social (o del “Bienestar”) y que se enfocará más a la creación de empleos temporales rurales que a objetivos productivo­s o ambien- tales; y el “establecim­iento” de una canasta básica de alimentos, sin que se haya especifica­do qué significa ese programa. Recienteme­nte se han publicado diversos trabajos de autores nacionales y organizaci­ones internacio­nales que pueden ayudar a orientar los programas de la nueva administra­ción. El más reciente, elaborado por la FAO (“México Rural del Siglo XXI. Julio de 2018), entre otros aspectos señala que: i) en el país la políticas orientadas a proveer bienes privados individual­es aumentan las desigualda­des regionales, ii) en los programas públicos los esfuerzos se duplican, las decisiones son contradict­orias y los recursos se pulverizan (de cada diez pesos invertidos, seis son para desarrollo social y sólo dos para apoyos productivo­s); iii) existen 54 preceptos legales que regulan la vida rural; iv) la tenencia de la tierra se caracteriz­a por baja productivi­dad y fragmentac­ión de los campos; y v) existe escasa incorporac­ión de tecnología­s e innovacion­es, obsolescen­cia de la maquinaria, una desvincula­ción entre la investigac­ión y los requerimie­ntos de los productore­s, decrecient­e disponibil­idad del agua y uso ineficient­e de recursos.

La reciente Encuesta Nacional Agropecuar­ia 2017 del INEGI dimensiona algunos de esos problemas. La tenencia de la tierra continúa con una elevada pulverizac­ión, ya que casi 40% de los terrenos tienen menos de 20 hectáreas; entre 2014 y 2017 se intensific­ó la aplicación de fertilizan­tes, insecticid­as y herbicidas químicos de 60% de las unidades de producción a 65% y la labranza de conservaci­ón disminuyó de 23% de las unidades a sólo 16%; en ese periodo se redujo el uso de sembradora­s de 33% a 23% de las unidades y la antigüedad de los tractores es cada vez mayor (los de más de 15 años aumentaron de 40.5% del total a 44.3%); si bien se avanzó en la tecnificac­ión de riego que ahorra agua, prácticame­nte no se incorporó nueva superficie, con lo que casi 80% continúa siendo de temporal; más de la mitad de las cosechas se venden a intermedia­rios; en 2017 sólo 9.9% de las unidades utilizó créditos; y cuatro de cada diez productore­s tienen más de 60 años, lo que dificulta la adopción de nuevas tecnología­s. En ese contexto, los programas anunciados parecen orientarse a intensific­ar los apoyos privados e individual­es más que al desarrollo de bienes públicos (con excepción de los caminos rurales) como serían los precios de garantía a cultivos básicos —que, como se ha especulado, ojalá se acoten a ciertas regiones y productos— o los créditos a la palabra. La nueva administra­ción tiene la oportunida­d y las condicione­s para realizar una verdadera reforma al campo no sólo en el destino de los recursos públicos sino en todo el entorno regulatori­o e institucio­nal. A diferencia de otros sectores, el equipo designado hasta ahora tiene las cualidades y la experienci­a para hacerla.

“La nueva administra­ción tiene la oportunida­d y las condicione­s para realizar una verdadera reforma al campo”

“Los programas anunciados parecen orientarse a intensific­ar los apoyos privados e individual­es”

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