¿Dónde quedó el populismo?
Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del populismo. Intelectuales, medios, políticos, organismos financieros, organismos civiles e instituciones afines a una visión en boga desde los años ochenta en el proceso de globalización han convertido el término populismo en la bestia negra, el monstruo demonizado que amenaza el bien común. Pero...¿qué es el populismo? Ninguno de sus filosos persecutores lo ha podido definir. En esa palabra entra todo, lo mismo partidos de izquierda que de derecha o centro; nacionalistas, militaristas o socialdemócratas, racistas o humanistas, demócratas o autócratas. El término populista se ha convertido en el escudo que esconde acusaciones o debates de limitado rigor intelectual.
Para ahorrar argumentaciones, razonamientos, explicaciones o elaboraciones simplemente se esgrime el señalamiento: ¡populista!, que emerge de la pasión política y la pereza académica.
Senador Electo Tratando de tejer el hilo de argumentación de sus críticos podemos encontrar que la palabra populismo se utiliza para identificar muchas cosas. Algunas de ellas, de carácter positivo y consensual en las sociedades modernas, como las políticas de educación, seguridad social y salud públicas, universales y gratuitas, y los salarios remuneradores y justos a los trabajadores. Otras, más polémicas, como los programas sociales de transferencias monetarias, el aumento del gasto público, el proteccionismo, los subsidios, las expropiaciones, el ofertismo fiscal, etc. Y algunas más, de carácter negativo como el derroche, el endeudamiento excesivo, las desmedidas promesas electorales, gastar el dinero que no se tiene, ofrecer lo que no se puede cumplir, contratar a muchos trabajadores del Estado que no se necesitan, entregar dinero a la gente a cambio de su favor político, regalar alimentos o cosas materiales a la población en época electoral, sostener prebendas desmedidas para las dirigencias sindicales, y un largo etcétera.
Fenómenos positivos o negativos, todo lo que no guste al dogmatismo de moda. Todo eso es populismo, según sus críticos, y debe ser condenado.
Pero...los acusadores, los persecutores, los que integran el Tribunal del Santo Oficio antipopulista… ¿son verdaderamente antipopulistas?
VEAMOS.
Ofrecen una tarjeta para depositar dinero a todos los mexicanos, pero no son populistas. Llevan la deuda pública nacional a 10 billones de pesos, pero no son populistas. Contratan hasta 2 mil burócratas diario, pero no son populistas. Expropian los ingenios azucareros, pero no son populistas. Regalan millones de pantallas de televisión con dinero público, pero no son populistas. Elevan el gasto corriente y deprimen el gasto de inversión, pero no son populistas.
Se gastan los recursos de los excedentes petroleros sin crear nueva infraestructura en el sector, pero no son populistas. Transfieren grandes cantidades de recursos públicos a sindicatos como el de trabajadores petroleros, pero no son populistas. Crean el seguro popular, el programa 70 y más, pero no son populistas.
Crean programas sociales de última hora, cuando hay campañas electorales, pero no son populistas. Le pagan a los funcionarios sus seguros médicos de gastos mayores con recursos públicos, pero no son populistas. Ofrecen bajar el precio de la gasolina en época electoral, pero no son populistas. Condonan el pago de miles de millones de pesos de impuestos pero no son populistas. Rescatan con recursos públicos empresas privadas quebradas, pero obviamente no son populistas.
El término populismo es usado para el combate político. Sólo busca simplificar para satanizar, esquematizar para estigmatizar. En el análisis serio es una categoría que no sirve mucho para entender fenómenos muy diversos.
Sería muy bueno para el país iniciar un debate serio, profundo y de altura, para lograr dos grandes objetivos nacionales: 1) racionalizar el gasto público, combatiendo derroche y corrupción con austeridad y 2) generar al mismo tiempo derechos sociales universales permanentes e institucionales.
“El término populista se ha convertido en el escudo que esconde acusaciones o debates de limitado rigor intelectual”