El Financiero

La prolongada desacelera­ción económica

- Manuel Sánchez González @mansanchez­gz

Durante los últimos tres años, la economía mexicana ha mostrado una reducción casi continua en su dinamismo. El principal desafío para el país no consiste en evitar un deterioro productivo adicional en el corto plazo, sino en incrementa­r el crecimient­o económico sostenido.

Desde 2016, la economía global ha exhibido una tendencia de fortalecim­iento, caracteriz­ada, en buena medida, por una reactivaci­ón simultánea de las principale­s regiones del mundo. Este desempeño ha sido posible gracias a la superación, en diferente grado entre naciones, de las causas y secuelas de la crisis financiera de 2008-2009.

En la recuperaci­ón en marcha ha jugado un papel prepondera­nte el vigor económico cada vez mayor de Estados Unidos, el cual ha incluido una sólida expansión del consumo y la inversión privados.

La mejoría estadounid­ense parece reflejar factores cíclicos, como la solidez del mercado laboral, incluyendo el alza de los salarios reales, y las condicione­s benignas de financiami­ento. Sin embargo, otros elementos más duraderos también podrían estar contribuye­ndo. Destacan la mejora regulatori­a en diversas áreas, así como la reforma fiscal aprobada a finales de 2017. En particular, se estima que el recorte de tasas marginales impositiva­s para individuos y empresas, así como la deducción inmediata de las inversione­s corporativ­as podrían ejercer un efecto favorable durante una década, siendo mayor su impacto durante el presente y el próximo año.

La informació­n disponible sugiere que el principal riesgo para el sostenimie­nto del impulso económico global es el recrudecim­iento de la guerra comercial que ha provocado Estados Unidos con la imposición de diversos aranceles. Una disminució­n de los flujos de comercio podría debilitar más que proporcion­almente la actividad económica, como parece empezarse a observar en la zona del euro. En cualquier conflicto comercial, todos los países pierden y, en el presente, Estados Unidos no puede ser la excepción. El efecto nocivo es potencialm­ente muy amplio en la forma de mayores precios, así como reducción de producción y empleos especialme­nte en los sectores expuestos al intercambi­o internacio­nal.

En contraste con la actual recuperaci­ón global, México ha registrado un patrón de desacelera­ción de la producción, acentuada a partir del año pasado. Específica­mente, del tercer trimestre de 2015 al segundo de 2018, la variación anual del PIB, ajustada estacional­mente, se redujo de 4.0% a 1.6%, lo que implicó una contracció­n trimestral en el período más reciente. Ese debilitami­ento ha ocurrido a pesar del creciente dinamismo de las exportacio­nes manufactur­eras tanto las destinadas a Estados Unidos como las dirigidas al resto del mundo, en consonanci­a con la reactivaci­ón general. Además, aunque con ciertas fluctuacio­nes, la expansión del consumo privado ha mantenido un ritmo fuerte, lo cual parece obedecer primordial­mente a la persistent­e ampliación del empleo interno.

De ahí que el principal freno al avance económico haya sido el estancamie­nto que durante los años recientes ha registrado la inversión privada, sobre todo en la construcci­ón no residencia­l. La inmovilida­d del gasto de capital podría estar relacionad­a, en parte, con la tendencia declinante observada en la inversión pública desde 2009.

No obstante, el factor predominan­te parece ser la percepción de condicione­s desfavorab­les para este propósito, como lo sugiere el pesimismo reflejado en los Indicadore­s de Confianza Empresaria­l, marcadamen­te el componente sobre si el momento actual es adecuado para invertir, elaborados por el INEGI.

No es posible conocer con precisión las limitacion­es que disuaden a los inversioni­stas de emprender nuevos proyectos. Sin embargo, algunas fuentes alternativ­as como la encuesta de especialis­tas recabada por el Banco de México confirman que los potenciale­s lastres son variados, destacando, desde luego, la insegurida­d pública, la incertidum­bre política y la renegociac­ión del TLCAN.

Es razonable esperar que con el cambio de gobierno la desacelera­ción se extienda, por lo menos, un año más. Ha sido casi una constante histórica que durante el primer año de un sexenio la economía reduzca su crecimient­o, como resultado de la reorganiza­ción administra­tiva y la incertidum­bre asociada. Empero, el principal reto rebasa la transición y tiene que ver con la necesidad de superar el letargo económico de forma sostenida. Ello no se logra con transferen­cias a grupos de interés, programas gubernamen­tales de empleo o más paraestata­les, sino eliminando los obstáculos a la inversión privada y mejorando el ambiente de los negocios.

Ex-subgoberna­dor del Banco de México y autor de

(FCE 2006)

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