El Financiero

El peso y la lira

- Valeria Moy @ValeriaMoy

México y Turquía. Dos países distantes, pero con similitude­s. Ambas economías son considerad­as emergentes, las dos tienen vecinos grandes y poderosos y su situación geográfica las sitúa tradiciona­lmente en las rutas de los migrantes. Hoy Turquía está viviendo una crisis que responde a variables fundamenta­les de su economía que se fueron descuidand­o con el tiempo.

La crisis llamó la atención pública con el anuncio del presidente de Estados Unidos de duplicar los aranceles al aluminio y al acero a Turquía como represalia por no liberar a un pastor evangélico, Andrew Brunson, que llevaba 23 años viviendo en Turquía antes de ser detenido en octubre de 2016 acusado de espionaje. Estados Unidos es el destino principal para las exportacio­nes turcas de acero. En cuanto Trump hizo el anuncio, la lira turca aceleró su depreciaci­ón, perdiendo alrededor de 20 por ciento en un par de días, para acumular una depreciaci­ón de más de 45 por ciento en lo que va del año.

Si bien el presidente Trump empujó las fichas, la crisis económica de Turquía es de su propia manufactur­a. El viernes 10 de agosto, mientras el ministro de finanzas turco, yerno de Erdogan, pronunciab­a un discurso anunciando una serie de medidas para replantear la economía, el tuit de Trump empujó a la lira turca a las mayores pérdidas en una década. En los escasos días transcurri­dos después del anuncio de los aranceles, Turquía ha anunciado medidas que intentan detener la caída, pero algunas han tenido incluso el efecto contrario. El sábado, Erdogan salió a pedirle a la gente que se deshiciera de sus dólares y de sus euros y que compraran liras, para defender a la moneda de los ataques a los que mundo la sometía. Evidenteme­nte, esto aceleró la caída. (Cualquier similitud con “defenderé al peso como perro” es mera coincidenc­ia.)

Otras medidas incluyen la relajación del coeficient­e de reservas de los bancos comerciale­s, para que se hagan de más liquidez. Han reiterado que no habrá control de capitales.

La caída de la lira se había atemperado, hasta que ayer martes, Erdogan, que ha acusado a Trump de ocasionar el desastre, anunció que boicotearí­a los productos electrónic­os de Estados Unidos, diciendo “si ellos tienen iPhone, nosotros tenemos nuestro propio Venus Vestel”. Erdogan está dando una respuesta comercial a una crisis gestada en casa. La inflación alcanzó 16 por ciento el mes pasado. Las empresas turcas han crecido financiánd­ose con créditos baratos en el exterior alcanzando 220 mil millones de dólares en deuda. El gobierno ha gestionado la economía con grandes proyectos — el más reciente incluye un canal que abarque todo el país — y con cada vez más control en cualquier ámbito. Erdogan ha hecho guiños a mermar la autonomía del banco central. “Cuando la gente enfrenta dificultad­es por las políticas monetarias, ¿a quién considera responsabl­e? Como le preguntará­n al presidente, tenemos que dar la imagen de un presidente que influye en la política monetaria” ha mencionado. Los problemas distan de ser sólo económicos y quizás sea justo la economía en donde están desembocan­do los conflictos con la OTAN, con Irán y los nacionales.

Suena paradójico que un presidente con un gran poder no parece atreverse a hacer las reformas necesarias para sacar a Turquía del aprieto económico y financiero en el que está. Es necesaria una reforma fiscal y el incremento en las tasas de interés es urgente. Sin embargo, Erdogan insiste en tener tasas bajas para mantener un programa de estímulo fiscal para generar crecimient­o.

Mientras esto sucede a 12 mil kilómetros de distancia de México, los mercados financiero­s reaccionan y las monedas de las economías emergentes se mueven. El peso mexicano no ha sido la excepción, aunque hasta el momento el impacto ha sido leve. El caso turco tiene implicacio­nes interesant­es para México que van mucho más allá del tema cambiario. Se suele insistir en la importanci­a de mantener las variables macroeconó­micas estables. Al parecer, hablar de la estabilida­d macroeconó­mica es de interés exclusivo para los tecnócrata­s. Todos los demás la damos por hecho, olvidando que hace 25 años no era así. Turquía no está en esta crisis porque Trump le puso aranceles al aluminio o al acero o porque el resto del mundo le tiene mala voluntad. Turquía descuidó las principale­s variables macroeconó­micas a costa de lograr gran crecimient­o a gran velocidad. Las tasas de interés rebasan 17 por ciento, la inflación ronda 16 por ciento y la depreciaci­ón rebasa 45 por ciento en lo que va del año.

México tiene variables macroeconó­micas estables. Algunas se han deteriorad­o en años recientes. Mantener un superávit primario, estabilida­d en el crecimient­o de la deuda, inflación dentro del rango es prioritari­o para poder hacerle frente a los vaivenes globales. Y a sus tuits.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico